La tarde del 4 de enero de 1931 comenzó con un partido de fútbol y terminó con 3 muertos. Aurora que en esos años, bajo la presidencia de Pedro P. Díaz, era el equipo más importante de Arequipa, viajó a Lima para enfrentarse al cuadro uruguayo Bella Vista, que realizaba una gira por toda Sudamérica, en partido disputado a casa llena en el estadio Nacional.
Sobre el marcador final y el desarrollo del partido, nos referiremos luego.
En aquellos años la presidencia del Perú estaba a cargo de la Junta Militar de
Gobierno que encabezaba el militar piurano Luis Miguel Sánchez Cerro que había
dado golpe de estado a Augusto B. Leguía el 27 de agosto de 1930.
TRAGEDIA. A las 4:25 ambos equipos salieron al campo en medio de una
molestosa llovizna. Las tribunas del estadio lucían un marco importante de
público. El duelo terminó 2-1 a favor de los uruguayos.
Al finalizar el encuentro, el Ministro de Justicia, el abogado arequipeño
José Luis Bustamante y Rivero, entregó el trofeo que se puso en disputa al
Bella Vista por un triunfo “conseguido con justicia”, como afirma la crónica de
El Comercio.
En pleno acto protocolar, se produjeron algunos disturbios en la tribuna de
segunda que continuamos a narrar.
Como era típico en Lima y en todos los escenarios futbolísticos del país,
al finalizar el partido los aficionados ingresaban al campo de juego a saludar
a los jugadores. Esta no fue la excepción, porque los arequipeños que habían
hecho de locales en Lima dieron un gran espectáculo ante un rival de la
importancia como el uruguayo que cumplía una gira Sudamericana que duró de
diciembre de 1930 a mayo de 1931.
El 7 de enero, El Deber transcribe una crónica publicada en El Comercio el
5 de enero donde se detallaba los hechos violentos suscitados por la brutal
represión policial y que terminó con el presidente golpista Sánchez Cerro pidiendo calma a la iracunda turba que
hizo destrozos en toda la capital y trató de quemar la casa de Augusto B.
Leguía.
“Un miembro de la Policía de la seguridad, impidió a un sargento (del
Ejército) que avance con varios soldados que bajaban de las tribunas delante de
la multitud”, ahí comenzó todo.
UN SALUDO. El sargento – narra la crónica – logró conversar con un oficial
de la Policía y le indicó que solo intentaba saludar a los jugadores de Aurora.
Pero como los policías vieron que venía una multitud reaccionaron violentamente
con sus espadas y armas de fuego.
“Esa actitud violenta provocó la protesta del público que comenzó a lanzar
botellas y cuanto producto tenían en la mano a los policías. Para contrarrestar esa actitud, la Policía
realizó varios disparos al aire creando caos en las tribunas donde había varias
mujeres”.
De un momento a otro se produjo una lucha cuerpo a cuerpo entre los
guardias y aficionados. Sonaron varios disparos, pero lo que enfureció a la
gente fue ver en el suelo a un soldado ensangrentado. El ministro Bustamante y
Rivero, y las autoridades que estaban en el palco trataron de pedir calma, pero
la turba estaba cegada por la indignación.
“El conflicto arrecia cada vez más. Se sigue haciendo uso de las armas de
fuego. Un guardia de seguridad dispara a quemarropa contra un cabo del Ejército
que cae desplomado. Entonces fue incontenible la reacción del pueblo, que a
todo trance trataba de desarmar a la Policía. Algunos exaltados trataron de
incendiar la tribuna de segunda”.
Luego de varios minutos se logra la desocupación del estadio, mientras los
heridos eran llevados a los hospitales. Es entonces, cuando el público estaba
retirándose que “surgió la idea de realizar un desfile de protesta. Se izaron
varios pañuelos ensangrentados como banderas y la multitud salió a las calles
dando gritos de condena contra la Policía. Los manifestantes querían agredir a
cuanto policía se les cruzaba en el camino. En el cruce de las calles Borja y
Baquijano un guardia de servicio al ser atacado a pedradas, respondió con tiros
de revólver hiriendo a don Hernando
Mendoza que se encontraba estacionado en la esquina de Palacio. La bala
atravesó la pierna izquierda y el policía huyó”.
La multitud llegó a Palacio de Gobierno gritando “sanción, sanción”. Ante
la gravedad de la situación se ordenó el acuartelamiento de toda la Policía
reemplazándola con tropas de línea para que vigile la ciudad.
El comandante Sánchez Cerro salió al balcón de Palacio acompañado de
ministros y altos oficiales del Ejército. “Uno de los manifestantes expuso en
un ardoroso discurso lo ocurrido en el Estadio Nacional, dijo de la simpatía
que el pueblo tiene con la junta del gobierno y solicitó el castigo ejemplar a
la Policía”.
“El comandante Sánchez Cerro habló a la multitud deplorando los lamentables
hechos que acababan de ocurrir, como una verdadera desgracia nacional y
condenando la conducta inconsulta y violenta de la Policía. ‘Todo esto no es
sino la consecuencia triste y dolorosa de una situación caótica de desorden, de
encono, que ha dejado la fenecida dictadura, que necesitaba producir odios y
rencores para cometer sus delitos y traiciones’”.
MUERTOS. El cabo Guevara del regimiento de Escolta del Presidente, que fue
herido de bala en el vientre, murió a los pocos minutos de la intervención
quirúrgica en el hospital militar San Bartolomé.
En el hospital Dos de Mayo se contabilizó dos decesos, ambos civiles.
Carlos Sánchez de 20 años de edad y el operario de zapatero Guillermo Gonzáles
de 21 años de edad.
Se presentaron decenas de heridos. Entre ellos varios soldados como el
arequipeño Vicente Huaquera, herido de bala en el muslo.
Durante la noche del 4 de enero, el cuidado de la ciudad estuvo a cargo del
Ejército. Recién el lunes 5 salió a patrullar la Policía.
DESORDEN. También se contabilizó muchos daños a la propiedad privada. Un
grupo de manifestantes, por ejemplo, pretendieron incendiar la casa desocupada del
expresidente Leguía ubicada en la Plaza de Armas. El fuego comenzó a expandirse,
pero llegaron los bomberos y lo apagaron.
Se registraron saqueos en el bazar japonés Yumiso Soma ubicado en la calle
Buenos Aires. El dueño fue noqueado. Se llevaron 10 mil soles. Además,
ingresaron al local de otro japonés, E. Taruda, pero éste se defendió a
disparos. La turba causó daños a otros negocios de asiáticos e italianos.
EL PARTIDO. Aurora formó con Pardón en el arco (venía de tapar en el
Mundial de Fútbol Uruguay 1930); los defensas Alcocer y Arce; en el mediocampo
Cano, Osorio y Valderrama. Y en el ataque Lozada, Salas, Rodríguez, Bedoya y
Alegre.
Los goles para los uruguayos los anotaron Riolfo (25`PT) y Lagos (11`ST).
El descuento lo convirtió Arce (20`ST).
El partido fue transmitido por radio. En la Plaza de Armas de Arequipa se
pusieron parlantes para escuchar la narración del duelo.
El segundo encuentro se disputó días después. Los uruguayos ganaron 1-0.
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