Lavallén entregado a Dios. Foto diario Diez de Honduras. |
La
administración de Melgar no espero hasta el jueves para oficializar al
sustituto de Néstor Lorenzo. Esta noche confirmó a Pablo Hernán Lavallén, un
exdefensa argentino de 49 años de edad, como el nuevo entrenador con el que
espera conseguir el campeonato nacional 2022 y dependiendo del resultado del
miércoles, seguir avanzando en la Copa Sudamericana.
Las
últimas noticias que se tiene de Lavallén es que dirigió hasta mayo al club
Olímpia de Honduras. Fue cesado porque no logró el pentacampeonato en medio de
polémicas por el mal manejo de la interna. Medios, como Diez de Honduras,
señalan que un grupo de jugadores le hicieron la “camita”.
El
problema se presentó porque – explican – intentó imponer su forma de juego en
un plantel ya armado que le dejó Pedro Toglio, quien tras ganar el
tetracampeonato decidió rescindir contrato para dirigir a San Lorenzo de
Argentina.
“Nací
en Buenos Aires y desde muy chiquito me veo con un balón, jugando al fútbol,
vengo de una familia clase media, baja, mi papá era un albañil, mi mamá una ama
de casas. Un día vino mi papá de trabajo me encontró en la calle, donde había
mucho peligro que un auto te pudiera atropellar y me pasó dos veces: la primera
vez me apoyé en el tonó y salté el carro y la otro me frenó una rueda cerca de
mi cabeza por andar detrás de la pelota. Mi papá me llevó a un club y así
hacerlo en un lugar adecuado y fue en River Plate, donde me fui formando como
deportista”, comentó en una charla que dio en mayo último en la Iglesia
Tsebaoth en Tegucigalpa.
Tras
sufrir una gran depresión por la muerte de su madre cuando tenía 15 años, en el
2003 esa carga se volvió insostenible. Tenía 31 años y jugaba en el San Luis de
México. “Ese sentimiento de que algo me faltaba me empezó a perturba. Yo tenía
menos ganas de levantarme, ir a entrenar y no entendía lo que pasaba. Esto me
causó una depresión al punto tal de no quererme levantar. Un compañero se dio
cuenta en el plantel que algo me pasaba, pero yo no quería contarlo porque
pensarían que estaba loco”.
“Mucha gente me conoce por mi trabajo, pero es un simple trabajo, uno trata de hacerlo de la mejor manera, unas veces le va bien, otras no tanto, pero detrás de cada persona hay un hombre, un padre, un hijo, amigo, ciudadano. A mí me encanta contar lo que Dios ha hecho conmigo, como fue mi inicio, ya que la mayoría me conoce por mi trabajo deportivo en Argentina, México y ahora que es la primera vez que salgo de mi país, pero en Dios no hay casualidades, yo sé que tengo un trabajo que hacer en lo natural, pero algo puedo hacer sobre lo espiritual”.
Es
ahí – cuenta – que tuvo un encuentro con Dios y desde ahí no dejó de adorarlo.
Es cristiano y por lo investigado asiduo a la iglesia. Esa es su parte
espiritual y personal.
Uno
de sus tres hijos, Federico, lo describe así: “Mi padre es muy tranquilo,
callado, no es mediático y no le gusta la polémica y se dedica a su trabajo, es
muy apasionado por lo que hace. Afuera de la cancha es tranquilo, padre,
abuelo, respetuoso y busca estar tranquilo”.
En
el diario Página/12 le hacen una entrevista en setiembre de 2020 donde explica
su forma de ver el fútbol y los procesos: ““Está mal utilizada la palabra
proyecto. Los cuerpos técnicos no tienen que tener un proyecto de trabajo,
tienen que tener una forma o una metodología y el club es el que tiene que
tener el proyecto. Tiene que tener un proyecto de fútbol y para eso tiene
que tener un director deportivo que baje línea a los entrenadores y decirle
mira, acá se juega como el Ferro de Griguol. Entonces todas las categorías
entrenan para que los jugadores se formen con ese estilo. O acá se juega como
la escuela histórica de Argentinos Juniors, o como River, o como Boca”.
En
ese punto en especial coincide con el pensamiento de Melgar. El club asumió un
estilo de juego que se aplica desde las divisiones menores.
Campeón
como jugador de la Copa Libertadores de 1996 con River Plate, club con el que
logró tres torneos nacionales (1991, 1993 y 1994); en su faceta como entrenador
tiene un logro que enamoró a los administradores de Melgar, dirigió una final
de Copa Sudamericana.
Fue
en el 2019 al frente de Colón de Santa Fe de Argentina. Perdió 1-3 en la final
frente a Independiente del Valle de Ecuador. “En mis redes sociales todavía me
siguen insultando porque perdimos la final, pero nadie se da cuenta que
nosotros agarramos un equipo con problemas de descenso y que por primera vez en
115 años lo pusimos en una final. Y también por primera vez lo hicimos llegar a
cuartos de final en una Copa Argentina, cuando antes nunca habían pasado la
primera fase”, explica a Página/12.
Lavallén
estará el miércoles en el partido frente a Deportivo Cali. Un día después,
jueves, será presentado junto a su comando técnico integrado por Javier Claut
(asistente técnico), Franco Saita (preparador físico) y Javier Sodero
(preparador de arqueros).
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