Marco Valencia lleva 30 partidos dirigiendo a Melgar




Frontal y con códigos. Esas dos características resumen la personalidad de Marco Antonio Valencia Pacheco.

Son esos rasgos, sumados a otros como el respeto, los que han enamorado a un plantel de jugadores que hoy por hoy mata por su técnico.

Valencia entiende el fútbol con simpleza. Sigue sintiendo el fútbol igual como cuando jugaba y eso transmite a sus futbolistas. Les de confianza y libertad, claro que respetando un guión donde solo los juveniles (Cáceres y Cabrera, por ejemplo) con su ímpetu pueden alterar con ese cambio de ritmo que los rivales aún no pueden descifrar.

Los jugadores, su comando técnico y el personal auxiliad (fisioterapia, utilería, transporte, etc.) saben que a la cabeza está un entrenador que mata por ellos y ese sentimiento es recíproco.

Por qué cambió tan


to Melgar, que pasó en esa transición de De Muner a Valencia. La explicación suena más fácil de lo que fue. El aspecto anímico es fundamental, el camanejo Valencia les dio confianza y quitó la reprimenda. Así se sintieron cómodos, los potenció de la cabeza y los pulió tácticamente en los entrenamientos semanales.

Hay otro aspecto que los futbolistas respetan mucho y son los códigos. Y Valencia que ha liderado vestuarios complicados como los de Alianza Lima, Melgar, Sipesa, hasta el mismo Cristal o Atlético Universidad, sabe que todo lo que se habla en esas cuatro paredes se queda ahí.

El respeto también es mutuo. Saben lo que ha sido Valencia como jugador y como, también, es como entrenador de menores donde hay que ser inflexibles algunas veces (ha sacado juveniles sin remordimiento) y cómplice en otras; pero eso sí toda falta tiene su consecuencia que en la mayoría de veces se maneja en la interna.

Esa cara que muestra con sus jugadores es la misma que tiene con su comando técnico. Con Adrián Díaz,  su paisano, excompañero en Atlético Universidad y con el que trabajaron en las divisiones menores de EGB; Ricardo Medina y José Guevara han armado un grupo cerrado que viene desde la UTM (Unidad Técnica de Menores) y que continúa en el equipo profesional con el aporte de Claudio Bustamante, que es el técnico institucional del club.



Marco Valencia prácticamente vive para Melgar. Luego de que entrena con el equipo profesional ingresa la reserva. Fue por él que se habilitó, antes de ser inaugurado, el CAR de Mollebaya, porque antes tenía que estar pasando de una cancha de entrenamiento a otra. Ahora profesionales y reservistas trabajan en una misma sede.

Valencia sabe que esta racha de 10 partidos sin perder será en un futuro una anécdota estadística, porque así es el fútbol. Ante Huancayo dirigió su partido 30 al frente de Melgar desde la primera vez que lo hizo como interino (1NOV 2019).

Lo que si exige y no es negociable es el respeto para su trabajo ya sea en la UTM o en el primer equipo, y así se los recuerda, cada vez que puede, a los que toman las decisiones en Melgar. Con ellos y, también, con los periodistas trata de ser lo más directo posible, una característica que viene de su etapa como jugador donde más de uno quedó desairado por sus respuestas o decisiones.

 

 

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