Frontal y con códigos. Esas dos características resumen la personalidad de Marco Antonio Valencia Pacheco.
Son esos rasgos, sumados a otros como el
respeto, los que han enamorado a un plantel de jugadores que hoy por hoy mata
por su técnico.
Valencia entiende el fútbol con simpleza.
Sigue sintiendo el fútbol igual como cuando jugaba y eso transmite a sus
futbolistas. Les de confianza y libertad, claro que respetando un guión donde
solo los juveniles (Cáceres y Cabrera, por ejemplo) con su ímpetu pueden
alterar con ese cambio de ritmo que los rivales aún no pueden descifrar.
Los jugadores, su comando técnico y el
personal auxiliad (fisioterapia, utilería, transporte, etc.) saben que a la cabeza
está un entrenador que mata por ellos y ese sentimiento es recíproco.
Por qué cambió tan
to Melgar, que pasó en esa transición de De Muner a Valencia. La explicación suena más fácil de lo que fue. El aspecto anímico es fundamental, el camanejo Valencia les dio confianza y quitó la reprimenda. Así se sintieron cómodos, los potenció de la cabeza y los pulió tácticamente en los entrenamientos semanales.
Hay otro aspecto que los futbolistas
respetan mucho y son los códigos. Y Valencia que ha liderado vestuarios complicados
como los de Alianza Lima, Melgar, Sipesa, hasta el mismo Cristal o Atlético
Universidad, sabe que todo lo que se habla en esas cuatro paredes se queda ahí.
El respeto también es mutuo. Saben lo
que ha sido Valencia como jugador y como, también, es como entrenador de
menores donde hay que ser inflexibles algunas veces (ha sacado juveniles sin
remordimiento) y cómplice en otras; pero eso sí toda falta tiene su
consecuencia que en la mayoría de veces se maneja en la interna.
Esa cara que muestra con sus jugadores
es la misma que tiene con su comando técnico. Con Adrián Díaz, su paisano, excompañero en Atlético
Universidad y con el que trabajaron en las divisiones menores de EGB; Ricardo
Medina y José Guevara han armado un grupo cerrado que viene desde la UTM
(Unidad Técnica de Menores) y que continúa en el equipo profesional con el
aporte de Claudio Bustamante, que es el técnico institucional del club.
Marco Valencia prácticamente vive para
Melgar. Luego de que entrena con el equipo profesional ingresa la reserva. Fue
por él que se habilitó, antes de ser inaugurado, el CAR de Mollebaya, porque
antes tenía que estar pasando de una cancha de entrenamiento a otra. Ahora
profesionales y reservistas trabajan en una misma sede.
Valencia sabe que esta racha de 10
partidos sin perder será en un futuro una anécdota estadística, porque así es
el fútbol. Ante Huancayo dirigió su partido 30 al frente de Melgar desde la
primera vez que lo hizo como interino (1NOV 2019).
Lo que si exige y no es negociable es el respeto para su trabajo ya sea en la UTM o en el primer equipo, y así se los recuerda, cada vez que puede, a los que toman las decisiones en Melgar. Con ellos y, también, con los periodistas trata de ser lo más directo posible, una característica que viene de su etapa como jugador donde más de uno quedó desairado por sus respuestas o decisiones.
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