Mientras se jugaba la Segunda en el estadio Melgar...


El exceso de velocidad, la imprudencia de un casi púber al volante de una camioneta 4x4 y la bestialidad de un chofer de combi provocaron un choque que terminó por unos minutos con la monotomía del espántoso tránsito de la Av. Jorge Chávez.
La colisión no registró daños físicos considerables, salvo el susto del inexperto conductor de la 4x4 que al sentir la bolsa del Airbag en su cara habrá valorado más la estupidez de darse un tú a tú con un animal de combi. Su papel de "valiente al timón" propio de los que tienen alcohol en las venas y manejan le arrancó unas lágrimas, le cambiaron el tono de piel a pálido muerto y, al ver, el calamitoso estado de su "moustro", con la dirección rota, con medio capot destrozado y sin faros delanteros; solo atinó a llamar a papá para intentar explicar lo que había sucedido y cómo había quedado la Nissan Navara que le prestó.

Al otro extremo, unas pasajeras quinceaneras trataron de convulsionar en llanto pero no pudieron. El choque, para su suerte, solo significó un susto que a estas alturas debe tener tinte de anécodota. Una niña lloraba en complicidad con una madre veinteanera que parecía le ordenaba con su desesperación que lo haga. Algo curioso, todos los pasajeros sacaron su celular para llamar a no se sabe a quién pero definitivamente no a la PNP.
Fueron los transeuntes, los testigos privelegiados de esta cuasi tragedia los que llamaron a la policía que tárdó más de media hora para llegar pese a lo céntrico del accidente.
El chofer de la combi que hasta minutos antes se pensaba dueño de las carreteras del Perú, que pensó que su sola presencia y la de su amenazante couster eran suficientes para que todos le cedan el paso se equivocó. Su inmensa bestialidad e improdencia solo se pueden comparar con la inexperiencia y estupidez del joven de la camioneta.
Su único alegato fue "él se metió"; pero por el poste que tumbó junto al árbol y al ver la Navara empotrada en la esquina; una se pregunta como pudo agarrar tanta velocidad en una sola cuadra en línea recta (frontis de la iglesia el Pilar) y con pasajeros en su interior. Sin dudas un animal manejando una máquina que si tuviera capacidad de pensar seguro renegaría de su etiqueta de "combi".
Como "chuzos de faite" esta hojalata con motor presentaba rasguños en todo su chasis producto de otros roces, de otros "besitos" que reparte sin mirar a quién como dama de compañía de burdel de foco rojo. Cuántos choques habrá tenido y sin darse cuenta, porque ellos pasan imponentes, se abren camino en el mar como lo hizo Moisés, ellos "son pes", los machos al volante con lentes oscuros, que rién y meten carro, que putean y tocan bocina, que se transforman cuando agarran la sudorosa palanca de cambios, que se sienten reyes subiendo el volumen a su desportillada autoradio, que son los pendejos cuando al policía le dan 5 soles cada vez que se pasan una luz roja, ese tipo de pendejos son un peligro común y deberían estar fichados.
Nadie sabe como manejan, como reaccionan, parece que quieren hacer el día más corto manejando a más velocidad para que los minutos transcurran más rápido. Pero cuando dejan el volante, como el chofer de ayer, son unos santos, su pendejada terminó, hechan la culpa al otro, al viento, a la mala suerte, a su mala suerte. Ahí se ven temerozos, ya no putean desde su ventanilla, ni reniegan con los pasajeros, ni hablan por celular mientras agarran el timón y hacen los cambios, están en una categoría de neardentales pensantes con frustrados pilotos de rally.
Allá a una cuadra, en el estadio Melgar, Rosario se debaja empatar con Oriente Lambramani, ahí no se supo nada; es más, ni los cinco oficiales de la PNP que estaban en una camioneta 4x4 oficial se enteraron lo que pasaba o no quisieron enterarse. Se voltearon ese chaleco negro que decía Divincri para pasar inapvertidos mientras esperaban que llegue un patrullero y se haga cargo de ese problema; porque ellos habían venido a ver la Segunda División además "no son de tránsito".

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