En
esta etapa de fichajes, de marchas y contramarchas nada sorprende. Todo es
cuestión de tiempo y Edgar Villamarín lo sabía. El martes Melgar le dijo que no
iban a conversar más, pero ese “rotundo no” duró nada.
Reynoso
obligó a los que están encargados del club a mantener a uno de los zagueros más
regulares en el 2014 y 2015. Tuvieron que dar su brazo a torcer y terminaron por aceptar el único requerimiento
que entrampó las conversaciones.
El
tema – como explicó Edgar – no era económico. Las cifras estaban bien para
ambas partes, pero faltaba cumplir con un pedido que el defensa consideró vital
para estampar su firma.
No
se amilanó ante la negativa de Gustavo Vivanco, que era el que negocia los
contratos, y ya había apuntado la mira a otro lado: Matute.
El
reclamo popular a causa de que en un día Melgar había perdido a sus dos
baluartes en la zaga hizo retroceder al excomandante de la policía que se vio
obligado a ceder. ¿Cuál era el pedido?, algo tan simple como que el club se
haga cargo de pagar el alquiler de la
vivienda del jugador.
Comentarios