Juan Reynoso cruzó el
límite del respeto y rompió los pocos códigos tácitos que tenía con la prensa
arequipeña. El técnico de Melgar llegó en el 2014 a Arequipa y desde ahí su relación
con el periodismo ha ido de menos a
peor, con desplantes provocados por sus caprichos y en algunos casos por sus
delirios de persecución como cuando pensaba que todos eran “espìas”.
El éxito deportivo del
club no ha ido de la mano con el comportamiento especial del técnico rojinegro.
Confundió consideración con sumisión.
Ayer dos colegas de los
diarios Líbero y Sin Fronteras fueron víctimas del comportamiento bipolar del entrenador
limeño. Los hombres de prensa cubrían los entrenamientos en el estadio de Unsa,
siguiendo las normas que Reynoso ha impuesto desde hace varios meses: a puertas
cerradas.
Cuando salía de las
prácticas, ya en la playa de estacionamiento ubicada en la intersección de la
tribuna norte con accidente, los periodistas comenzaron a tomarle fotos sin
esperar la reacción desmedida del nervioso Juan. “Qué m… me hacen tomando fotos”,
“dejen de j…”, “siempre me toman fotos, que m… tienen”.
Lejos de apaciguarse
siguió insultando. “Quieren fotos mías, les voy a dar una foto calato”.
Cuando se le explicó que
se necesitaban placas actuales gruñó: “quieren fotos actuales, entonces en la calle
les tomaré fotos a su madre y hermanas”.
Desmedido quizá por el
poder que le han dado en Melgar, encaró a los
periodistas como un pelotero de barrio, se le salió todo el callejón.
Si las cosas no pasaron a mayores,
fue porque intervino el jefe de equipo, Gustavo Vivanco. Reynoso se subió a su
carro junto a sus asistentes Muchotrigo y Gambetta, y se fue.
Desde que llegó a
Arequipa, el excapitán de la selección peruana, ha protagonizado siempre
choques con la prensa y con sus propios jugadores como aquella vez que se
agarró pico a pico con Piero Alva en el estadio de Alto de Amados, o cuando en
plena práctica no tiene reparos en insultarlos o menospreciarlos. Alguna vez le
dijo a “Cachete” Zúñiga: “Qué crees que a ti no te voy a gritar”.
“Todos sabes quién manda
acá”, señaló en el 2015 cuando aún hablaba con la prensa. Desde mitad de año de
este 2016 rompió toda comunicación con el periodismo local para dar notas a
Lima o a México.
Su historial de enfrentamientos con las cámaras y micròfonos data desde la época de selección nacional cuando no daba entrevistas. El problema se agudizó en sus pininos de entrenador en Bolognesi de Tacna donde prohibía la presencia de periodistas en los entrenamientos, en Universitario y Cristal siempre tuvo enfrentamientos porque consideraba que "no respetaban su trabajo". Luego a Melgar llegó en el 2014 con una sonrisa que ahora ha convertido en la peor cara del éxito, la prepotencia.
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