Algo de Historia: La Tragedia de 1964 enlutó a Arequipa


Nota publicada en el diario Todo DxT (19/06/2019)

El 24 de mayo de 1964 es una fecha lamentablemente inolvidable para el fútbol peruano. Ese día la tragedia rondó el estadio Nacional de Lima. 320 personas murieron, la mayoría de ellas aplastadas contra las puertas 10, 11 y 17 de la tribuna norte, y otras 500 salieron heridas a causa del pánico causado por un gol mal anulado y la reacción exacerbada de algunos hinchas.
Ese día, en el coloso de José Díaz, se jugaba el primer partido de la sexta fecha del Preolímpico Sudamericano Sub-23 que clasificaba a dos equipos a los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Frente a frente se encontraban las selecciones semiamateur (solo se permitían que jueguen 4 jugadores profesionales por equipo) de Perú y Argentina ante 47 mil espectadores.
El estadio era un loquerío, recalca el Comercio en su edición del 25 de mayo, porque Perú necesitaba ganar para seguir con chances de ir a las olimpiadas. Perú saltó a la cancha con Barrantes (arquero), Guerrero, Castillo, Chumpitaz, Sánchez; Lara, Rodríguez, Zavala; Cassaretto,  La Rosa y ‘Kilo’ Lobatón.

El partido fue de ida y vuelta, se jugaba con los dientes apretados. El primer tiempo terminó en cero. Nadie presagiaba lo que sucedería minutos después.
A los 18´ del complemento Argentina se puso en ventaja con gol de Manfredi luego de un mal rechazo del portero Barrantes tras un cobro de tiro de esquina. La tribuna en vez de bajonearse, comenzó a vitorear más, se hizo sentir más.
La jugada fatal se produjo a los 35´. El zaguero argentino Morales rechaza un disparo, la pelota choca en la pierna de Lobatón e ingresa al arco de Cejas. Gollllll, el estadio explotó, pero… el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos, que se encontraba a 25 metros de la jugada, anuló el gol por jugada peligrosa.
Los ánimos se caldearon, los peruanos protestaron en la cancha y en las gradas la gente protestaba lanzando objetos a la cancha y un hincha, el tristemente célebre Víctor Vásquez más conocido como el Negro Bomba, saltó al campo de juego tratando de agredir al árbitro quien había dado por terminado el partido. Otros espectadores le trataron de seguir los pasos. La policía optó por soltar a la guardia canina y lanzar bombas lacrimógenas.
Las mayorías de las bombas tenían como destino la tribuna norte, la gente trataba de escapar, pero las puertas estaban cerradas. Todos se desesperaron por salir. Niños, jóvenes, hombres y mujeres murieron aplastadas. Un primer conteo hablaba de 260 víctimas, luego pasó a 300 y finalmente, luego de dos semanas, se lanzó la última cifra: 320.
Dentro de ese grupo se encontraban tres arequipeños que habían ido a ver ese partido. Se trata de la profesora María Esther Torres de Pino, su hijo José Alberto Pino Torres y el guardia civil Manuel Tejada Álvarez.
Los problemas no acabaron ahí. Hubo saqueos,  vandalismo, se incendiaron buses y automóviles. Un grupo de hinchas marcharon con banderas ensangrentadas al Palacio del Gobierno, pidiendo al presidente de turno (Fernando Belaúnde Terry) “justicia”. El gobierno dio 5 días de luto laborables.

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