Alfredo Rodríguez Ballón, el arequipeño que cruzó los Andes

A los 26 años Juan Alfredo Rodríguez Ballón murió. Fue un 21 de febrero de 1933. Solo cuatro meses antes (25 de octubre de 1932, curiosamente el día de su cumpleaños) le había confesado al presidente de la república el coronel piurano Luis Miguel Sánchez Cerro, en la recepción que le organizaron en homenaje por haber cumplido el raid aéreo entre Mendoza y Lima, sus deseos de ponerse al servicio de la Patria.
El primero de setiembre de ese año un grupo de peruanos incursionaron en Leticia desalojando a los colombianos que estaban asentados en esa localidad que antes del tratado Salomón – Lozado de 1927, pertenecía al Perú.

Exalumno del colegio Ballón e Independencia, y vecino del barrio de Miraflores, Rodríguez Ballón es un hito en la aviación peruana y sudamericana no solo porque entregó su vida por la Patria, sino que cumplió uno de los retos aeronáuticos más peligrosos de los inicios del siglo XX.
Su niñez estuvo llena de tragedias. Nació un 25 de octubre de 1906 en la Quinta Ballón). Cuando tenía 3 años de edad, en enero de 1909, su padre muere a la edad de 38 años por una angina al corazón. Su madre dejó de existir cuatro meses después de una pulmonía. Él y sus cinco hermanos quedaron en la orfandad y al cuidado de sus tíos y padrinos.
Su apego a la aviación nación por el vínculo que tenía con su tío materno Alberto Ballón Esteves, quien era miembro activo del Cuerpo Aéreo del Perú. Ese interés lo llevó a estudiar aeronáutica en Estados Unidos en 1925. En 1929 culmina sus estudios en Mecánica de Aviación que realizó en California, no solo aprendió a volar sino a construir aviones.
Ese año vuelve a Perú para trabajar en la empresa Panagra, pero no sólo en el país sino también en Chile y Argentina. Fue en 1931 donde obtiene la Licencia de Aviador en la categoría Turismo de Primera y Segunda Clase que le brindó el Aeroclub Mendoza de Argentina. Ahí lo apodaron el Volante del Cuyo, en mención a la región que sobrevolaba casi todos los días en su avión.
Luego de esta introducción pasemos a su proeza. Alfredo Rodríguez Ballón en julio de 1932 participó en la búsqueda del trimotor San José que desapareció en los Andes argentinos.
En octubre de ese año inicia su raid aéreo Mendoza, Santiago y Lima. Lo más peligroso, claro está era cruzar los andes. Por USD 5250 adquirió un biplano de la marca Spartan al que rebautizó como Cóndor.
El 16 de octubre inició su travesía partiendo desde el campo aéreo Los Tamarindos (Mendoza) con destino al campo aéreo el Bosque de Santiago de Chile. El viaje duró 5 horas. A las 3 de la tarde llegó a suelo Mapocho. “No he tenido menor contratiempo durante todo el recorrido. La máquina se ha portado espléndidamente bien y tan solo al trasmontar los Andes, cuando me encontraba sobre sus cumbres heladas, a la altura del famoso Cristo, el avión perdió un poco de altura y pase a lo más de unos diez o quince metros sobre los picos que más cerca tenía”, declararía al diario Noticias una semana después.
El 17 de octubre parte a Copiapó, en el tramo más peligroso de su travesía, donde tuvo que aterrizar pese a la neblina tupida. El 19 enrumba a Antofagasta, el 20 a Tarapacá y Arica. El 21 enrumba a Arequipa, no sin antes hacer una escala en Tacna a pedido de las Damas Tacneñas que le ofrecían un homenaje por la proeza. A las 7:45 h enrumbó a su tierra natal.
A las 10:30 de la mañana se avizoró el Cóndor por el cielo mistiano y aterrizó en el aeródromo de Porongoche, ubicado cerca de donde actualmente hay un centro comercial. El Consejo Provincial y el Jockey Club de Arequipa le organizaron esa misma tarde actos de reconocimiento.
El día 23 partió a Lima, con escalas en Camaná y Pisco. A las 2 de la tarde la nave es avistada por Cerro Azul (Cañete), desde donde otro bimotor lo escoltó hasta Las Palmas. A las 3.15 p.m. aterrizó en suelo limeño. Fueron 26 horas de vuelo en 5 días, recorriendo 6 mil kilómetros a 6700 msnm. Fue el primer piloto arequipeño en volar por la misma ruta que utilizó el Ejercito Libertador de San Martín en 1820 cuando viajó desde Mendoza hasta Lima.
Al llegar a Lima, como ya lo describimos en los primeros reglones, pidió al mismo Sánchez Cerro que lo inserte dentro de las fuerzas que estaban combatiendo en Leticia. Murió un 21 de febrero de 1933, la noticia recién se oficializó los primeros días  de mayo de ese año y no le dieron la cobertura que ameritaba porque el Perú aún lloraba la muerte del coronel Sánchez Cerro, asesinado un 30 de abril por un aprista que le disparó varias veces por la espalda.

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