Los ingleses no solo trajeron al Perú el fútbol, el golf
o el tenis, también su aporte a la recreación nacional, las últimas décadas de
1800 y las primeras de 1900 fue el Paper Chase, más conocida como “caza de
zorros”, un juego harto conocido y practicado entre la clase noble arequipeña.
Era común leer en los periódicos convocatorias para participar en este juego
que se hizo popular en Inglaterra por 1800 y que consistía básicamente en una
carrera, donde se consideraba “zorros” o “liebres” a uno o dos jugadores que
salían por delante de un grupo de “cazadores” que intentaban atraparlos en el
menor tiempo posible. Pero ojo la tarea no era fácil, se utilizaba escenarios
naturales como bosques, valles quebradas, etc.
En Arequipa se jugaba en las pampas de Miraflores, en el sector de Challapampa,
Alto Selva Alegre, Paucarpata, Chiguata, etc.
El sábado 1 de noviembre de 1919 se realizó un Paper Chase organizado por el
Circulo Deportivo de Arequipa, el primer club mistiano que promovía la práctica
de varios deportes y que junto al Centro Universitario eran los que organizaban
diferentes eventos deportivos en toda la ciudad.
Unos días después, el 4 de noviembre, sale publicada en los diarios de la época
la información del torneo. “Esta fiesta deportiva resultó muy interesante por
la calidad de los elementos que en ella actuaron; por el entusiasmo por el
medio del cual se llevó a efecto y por lo accidentado de la pista, cuyo trazo
original se debió a la iniciativa de los zorros alférez de caballería señor
Raúl Meza, capitán de sport de aquella institución, el señor Alberto Brousset,
y secretario, de la misma, Sr. Luis García Ureta.
El recorrido de la pista duró hora y media. Del crucero de la Ranchería y la
avenida Miraflores, se inició en la calle de Lambramani hasta la segunda
torrentera, después siguieron el camino de Jesús para luego descender por
Miraflores en dirección a San Lázaro y por la torrentera se llegó al Río Chili
que fue cruzado frente al molino de San Juan; marchando a continuación por el
camino a Zemanat se desembocó a la calle de La Recoleta, de donde se hizo rumbo
por el callejón que conduce al Señor de la Caña, terminando en Challapampa
lugar donde se dio caza a los zorros”.
Los participantes compitieron, en este caso, montados en caballos, aunque algunas
veces se realizaba a pie. El ganador fue el teniente de caballería Atencio al
que se le entregó un reloj de plata. El segundo fue Guillermo Corzo que se hizo
acreedor a una navaja de seguridad marca Guillete. La jornada terminó con un
almuerzo de camaradería en Tiabaya.
En 1923 se realiza otro paper chase organizado el 12 de agosto por el mayor don
Hernán Delgado. “Concurrió un buen número de jinetes militares y civiles
aficionados al viril deporte hípico”, dice la nota publicada en El Deber el 17
de agosto.
“La pista comenzaba en el molino de San Juan, seguía por Chilina y terminaba en
Porongoche. Más de 30 cazadores partieron del Casino Militar a las 10 de
la mañana en busca de los zorros, formando parte de ellos el señor coronel Don
César Landázuri, Comandante General de esta Región Militar, que convencido de
lo importante que son estos recorridos, que templan el músculo y el alma, para
el entretenimiento de los oficiales, y demostrando prácticamente el interés que
tiene por todo lo que significa adelanto en provecho de nuestra institución
armada, siguió con los cazadores las incidencias de la pista”.
¿Y qué premios se disputaban? Un reloj pulsera obsequiado por el señor doctor
don J. M. de la Torre, prefecto del departamento; un potrillo donado por el
señor comandante don Filiberto Puch, y una montura obsequio de Félix Caballero.
“El señor capitán don Félix Castro se llevó la montura, el señor alférez don
Anselmo Giraldo el reloj y el señor Rodolfo Corzo el potrillo. Los premios
fueron elegidos por orden de llegada”, aclara la información.
Luego de la extenuante faena, todos pasaron a los Jardines Edén en Paucarpata
donde se les dio un almuerzo a cargo del prefecto del departamento.
El Paper Chase se convirtió en una de las actividades más populares en
Arequipa. Anualmente se realizaban entre seis o siete de carácter oficial, con
el transcurso del tiempo fueron pasando de moda hasta que llegó a desaparecer
ya a los inicios de los años 40.
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