Olmedo: "Quiero mandar muchos saludos a Arequipa, me gustaría estar allá, pero estoy muy viejo para viajar"


Olmedo junto a Mackay y Richardson, integrantes de la selección de Copa Davis de Estados Unidos de 1958.
Arequipa ha tenido grandes deportistas, pero ninguno como Alejandro Olmedo Rodríguez. El Cacique para los peruanos y The Chief (el jefe) en Estadios Unidos, este arequipeño literalmente tocó la gloria cuando ganó la Copa Davis 1958 y Wimbledon 1959.
Ninguno con él. Espigado con su 1.79 m de estatura, de razgos mestizos, pelo indomable y telúrico como todo arequipeño, marco historia mundial.
Se han escrito libros de sus proezas, cada una mayor a la anterior. Descubrió el tenis cuando tenía 7 años (1943), su padre Salvador  lo llevó como recogebolas en las canchas del Internacional Arequipa en la calle San Juan de Dios y también estrenó las del nuevo local cuando el club riflero se trasladó a las orillas del Chili en 1949.
A los 14 años decidió dejar Arequipa para irse a Lima. "Jorge Harten, que era presidente de la federación de tenis me vio jugar en el Internacional y me animó para ir a Lima, acepté", recuerda.
Ahora tiene 83 años y vive en California. Sus recuerdos están intactos, su verbo sigue siendo ágil, pero, eso sí, se nota su spanglish. "Hello, hello... hola", así comienza la charla telefónica con el mejor deportista arequipeño de todos los tiempos.
"Quiero mandar muchos saludos a Arequipa, me gustaría estar allá, pero estoy muy viejo para viajar (sonríe)".
Antes que los clubes de fútbol Melgar y Huracán, Olmedo sin estar en Arequipa llegó a colmar la Plaza de Armas con más de 15 mil personas que vitoreaban su nombre. 
Llenó el estadio Nacional de Lima y el estadio Melgar dando exhibiciones de tenis.  Cosas inimaginables de pensar ahora.

“Como quisiera estar allá para ver la Plaza de Armas, la catedral que es única en el mundo. Una cosa es ver el Misti, el Chachani y el Pichupichu, la gente quizá no se da cuenta que tienen suerte de vivir ahí, de estar en familia, de tener esa vida. Acá, en Estados Unidos, es diferente, hay mucho edificio de negocio, no se hace la vida familiar de allá. Eso extraño”.
A los 18 años, en 1954, lo mandaron a Los Ángeles a estudiar y jugar tenis. Fueron 20 días en barco hasta La Habana (Cuba), de ahí en avión hasta Miami y en bus a su destino final. “Un día, cuando tenía 18 años, volvió a Arequipa y dijo a sus padres que ya tenía beca para ir a estudiar a California. Yo no tenía dinero, la Federación tampoco y en Lima se hizo una colecta para pagar mis pasajes. Cuando llegué a California y a la universidad donde me habían conseguido la beca, nadie me conocía, nadie sabía que venía. Quedé en el aire y no tenía cómo regresar”.
Olmedo que sus primeros pasos los dio en la calle Las Palmas (ahora Víctor Lira), que había estudiado en los colegios Internacional, Montevideo y en la escuelita 951, estaba en la calurosa California lo que a la postre se volvería su hogar.
Ya establecido, había trabajado 6 meses como conserje en la embajada de Perú, comenzó a estudiar en la Universidad del Sur de California gracias a una beca que le dieron. En uno de los torneos de tenis internos el entrenador Singer lo mira y lo escoge dentro de la selección universitaria. Todo se fue dando poco a poco.
“En uno de los torneos interuniversitarios que gano me ve Perry T. Jones, que era capitán de la selección de tenis de Estados Unidos. Ahí cambió completamente mi vida. Fue extraordinario. Me dijo para jugar por la selección en la Copa Davis…”.
Ahí comenzaron los problemas. Olmedo no era americano, era peruano y tenía visa de estudiante. “Como es lógico no querían que un extranjero defienda a su país. Se revisaron las leyes, se tomó en cuenta que Perú no competía en Copa Davis y logre mi visa de residente, me dieron permiso para competir por Estados Unidos”.
Luego de ganar la Davis, Wimbledon, US Open y el US de Australia, en 1964 volvió a conmocionar a Arequipa, pero no por sus logros deportivos sino porque llegó la información de que quería nacionalizarse americano. “Yo llegué a Estados Unidos con visa de turista, luego tuve visa de residente, me casé y por eso era lógico que me den la nacionalidad americana, pero eso cerca a 1970. Además había muchos problemas cuando viajaba porque por ser peruano tenía que sacar visa, pero siendo americano a cualquier país se ingresa sin problemas”.

Su padre Salvador, en su momento, tuvo que salir a los medios para desmentir algo que en los años posteriores caería por su propio peso. Hasta el mismo Alejandro aclaró la situación para calmar los ánimos de sus paisanos: “Soy Peruano”, titulaba el diario El Pueblo en mayo de 1964.
Luego de su etapa como tenista profesional y con el título profesional de Administración y Finanzas, comenzó su carrera como entrenador que fue muy mediática. Llegó a dirigir al expresidente de EE.UU. Ronald Reagan, la actriz Raquel Welch, entre otras celebridades americanas.
“Extraño el chupe de camarones, mi mamá (Fortunata) cocinaba muy bien y lo hacía para toda la familia, como era antes”, dice con cierto orgullo. La última vez que estuvo por Arequipa fue por el 2003 para el entierro de sus padres. “En mi ipod tengo música arequipeña, a los Dávalos”, confesó en una entrevista que le hicimos en el 2013.
Aunque está algo desactualizado con la información de Perú, se enteró  de los Juegos Panamericanos. “Qué bueno que estén organizando esos torneos, eso es bueno para el deporte. Que un arequipeño (Sergio Galdos) haya destacado en tenis, me alegra, felicitaciones, que gusto. El deporte es una carrera muy buena, efectiva y te ayuda a crecer”.
“Muchos saludos a mi tierra, Arequipa, los extraño mucho, extraño a mis amigos, los recuerdo mucho. Gracias a Dios en un futuro cercano nos veremos en el cielo”, se emociona.

Olmedo, ese cholo arequipeño que de recogebolas paso a ser héroe tenístico de Estados Unidos y Perú, el que llenó la Plaza de Armas de Arequipa con sus triunfos en Davis y Wimbledon, ingresó al Salón Internacional de la Fama del Tenis en 1987. Como él ninguno, insuperable, el mejor deportista arequipeño de la historia.


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