Patato, el ídolo del pueblo

En los hombros del gran Betto Hugo Salcedo. Fue tras su gol al Alianza Lima en 1966.



"A Eduardo Márquez nadie lo conoce, pero a Patato sí, Patato es Patato", me contó sonriendo en la única entrevista a profundidad que le hice a inicios de 2012. No era difícil encontrar información sobre él, abundaban las narraciones de los periodistas de la vieja escuela que contaban de un delanterito delgado, chiquito, pero aguerrido, que no le temía a la patada y que era más arequipeño que el sagrado adobo de los domingos.
Aquella vez junto a su esposa Sonia, con la que contrajo nupcias en 1969 dos años antes de ganar la Copa Perú con Melgar, nos atendió en el departamento de su hijo Mauricio en el sector de Pachacútec.
Me di cuenta prontamente que ese hombre que bordeaba, en ese entonces los 68 años, era el mismo protagonista de esos relatos llenos de fútbol arequipeño. De jornadas épicas donde se jugaba por amor a la camiseta y a la tierra. En ese mundo del balompié romántico, del que van quedando cada vez menos testigos, destacó Patato: Eduardo Marquez Obando.
Characato con todas sus letras y con ese dejo tan típico de los arequipeños era fácil de abordar. Así como me lo anticiparon, era. Así como era en las canchas de fútbol, también lo fue en su vida personal y familiar.  
Acá junto a Pelé en el amistoso ante Santos en 1966. Anotó un gol en el empate 1-1. Pero ojo también se dio el lujo de convertir al mejor arquero del fútbol argentino Amadeo Carrizo en el amistoso ante River Plate de ese año.


Luego, ya para la previa del centenario de 2015, lo volví a ver para una producción junto a Raúl Obando, Ysrael Zúñiga y Eduardo Torres. Simplemente ratifiqué el concepto. El Patato era el líder, se sentía así, irradiaba esa sensación en jugadores como Obando, ojo que pese a que comparten el mismo apellido no son familiares, y en Zúñiga, que son pesos pesados en Melgar.
Unos sorbos de champagne lo hizo soltarse más mientras Raúl, Ysrael y Eduardo festejaban sus ocurrencias y escuchaban sin intención de interrumpir.
Solo cuatro camisetas vistió: Atlanta de María Isabel, Estrella Mistiana, White Star y Melgar, club donde marcó época. "Fueron 14 años que le di a Melgar, luego me tuve que retirar porque ya tenía familia, ya tenía que salir a buscar las papas".

Junto a su esposa Sonia cuando se casaron en 1969. Este año cumplían 51 años matrimonio



Jubilado de Minero Perú (ahora Cerro Verde) siempre estuvo agradecido a Melgar, sentimiento raro en la mayoría de jugadores arequipeños que pasaron por este club. "Melgar me dio todo, me apoyó en las buenas y en las malas. No tengo de qué quejarme".
Por qué Melgar escogió a este delantero, el menor de tres hermanos (Óscar y Carlos), como su símbolo si había tenido antes y después de él jugadores de igual o mayor categoría como Ponce Arroé, Delgado, Zegarra, Ballón, Palacios, los Neyra, etc. 
No fue solo por sus goles, que desde ya fueron muchos: 187 (22 como profesional y 165 como amateur), sino por lo que irradiaba a la tribuna. Esa forma de jugar que resumía todo el catálogo del arequipeño ideal: luchador, terco, encarador y leal, contagiaba y enamoraba a todos.
Junto a uno de sus mejores duplas en el ataque de Melgar: Raúl Rossel. Ambos nos dejaron este año.


"Una vez (Descentralizado 1966) le anoté un gol a Alianza Lima. Fue un golazo, tipo Messi o Maradona, a Rodolfo Bazán que en ese entonces era arquero de la selección peruana. Decían que me había correteado, pero no fue así. Luego de anotar me voy a celebrar a la tribuna, y cuando regreso al campo lo veo parado en el palo y me dijo 'chico tienes mucho futuro en el fútbol'. Bazán era todo un caballero, además por qué me iba a corretear, sino que la gente...".
Después de ese partido nació la mejor foto que le tomaron. Fue tanta la algarabía de la gente por el triunfo (2-0) sobre los limeños, que ingresaron a la cancha y uno de los mejores reporteros gráficos que ha tenido Arequipa, Betto Hugo Salcedo Suca (1939-2012), lo cargó en sus hombros y lo paseó por el campo de juego. 
Producción para el centenario de 2015 junto a Zúñiga, Torres y Obando.


Jugó ante el Santos con Pelé en la cancha, en el amistoso de 1966, y anotó un golazo. También le convirtió un tanto a Amadeo Carrizo, nada menos que el mejor arquero argentino de todos los tiempos, fue en el amistoso frente a River Plate también de ese año.
Algo que reconoció, es que no buscó la consagración en el fútbol nacional; es decir jugar en un grande de la capital, ni tampoco llegó a una selección nacional. "Si hubieron propuestas para jugar en Lima, pero no cumplían lo que te ofrecían, por eso me quedé en Arequipa, en lo seguro".
Otra espina que también le quedó clavada es que ninguno de sus hijos (Mauricio y Alejandro) tuvieron la posibilidad de jugar por Melgar. Ambos, al igual que su padre, fueron delanteros con gol, el primero identificado con Aurora y el segundo con Temperley; pero por cosas de la vida no tuvieron la posibilidad de ser profesionales pese a todo el derecho que el apellido les daba. "Nunca les dieron la oportunidad si quiera de probarse. Espero que el próximo año (2013) Melgar les de una oportunidad y me den una satisfacción como padre porqué yo lo di todo por Melgar", esa quizá es el único reproche que tuvo para el club que - como lo reconoce - le dio todo.
Miren esa delantera de Melgar con los tres Márquez en la cancha: Óscar, Carlos y Eduardo. Los acompañan Zegarra y Zúñiga.


Pasaron algunos años y lo que no pudieron los hijos lo hizo la nieta, que heredó algunas características del abuelo. Anapaula, tras jugar en el Club Internacional, reforzó al equipo femenil rojinegro en el Torneo Juvenil y es un hecho que su futuro será melgariano.
Patato nos dejó esta mañana, como hace unos días lo hizo su gran dupla en el ataque rojinegro, Raúl "El Cholo" Rossel. Es natural que este tipo de personajes que parecen , tocados por el destino, tras su partida, se conviertan en leyenda. 
Junto a su nieta Anapaula, que le seguirá sus pasos en Melgar.

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