Melgar y la realidad que no se quiere ver

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Melgar jugará en el 2021 su séptimo torneo internacional consecutivo. La victoria de esta tarde 3-2 sobre Deportivo Municipal lo vuelve a colocar en Copa Sudamericana, logro que maquilla una campaña de escasas alegrías a nivel local.

No ha sido un buen año. Si nos guiamos por los objetivos trazados a inicios de temporada, este como el 2019 han sido fracasos. Se armó un equipo con el objetivo menor de clasificar a la Libertadores y no se logró.

El cese de Carlos Bustos a finales de septiembre y la llegada de Marco Valencia no cambiaron la intermitencia de rendimiento grupal e individual de un plantel que se armó con el objetivo de pelear el campeonato. 

Internacionalmente se avanzó de primera a segunda fase de Sudamericana, para ser eliminado por Bahía de Brasil. 

Ya con jugadores con muchos años en el equipo es necesario una renovación de nombres, pero, quizá lo más importante, es urgente cambiar a los que están encargados de definir cosas tan importantes como las contrataciones. Se ha vuelto a fallar y eso para una empresa que es como se está manejando el club, es tremendo fracaso.

Lo primero en definir en estos días es al comando técnico. Es claro que para cosas importantes se necesita un entrenador de distinto perfil. Ni con Bustos, Osella, Pautazzo, Torres, Enríquez o el mismo Valencia, se ha rendido a la altura de lo que uno esperaba. Repetitivas indisciplinas en los últimos años explican el por qué del bajo rendimiento del plantel.

"Hay que cambiar todo", resume Ysrael Zúñiga, actual consejero regional y una de las voces más autorizadas en hablar de Melgar. No se equivoca.

Existen dos caminos a seguir. La primera es seguir apostando por lo mismo o dar ya cabida decididamente a esa camada que viene detrás, asumiendo riesgos que a futuro pueden dar muchas satisfacciones al fútbol arequipeño.

La decisión sigue en manos de Jader Rizqallah, es su dinero, es su inversión y también son sus pérdidas. 

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