Hace 50 años Huracán fue el más grande del Perú

 




Hace 50 años, un día como hoy, 15 de febrero, Arequipa no durmió. Sportivo Huracán, aquel club que nació bajo la sombra de un Yaro en una de las chacras de La Pampilla de propiedad del patriarca de los Quiroz, Adrián, la mantuvo en vilo hasta cerca de la media noche. La interminable espera tuvo recompensa, su hijo más humilde alzó en Lima, como dos años antes lo había hecho Melgar (1971), la Copa Perú.

Las crónicas de diarios como Correo y El Pueblo de la década de los 70’ afirman que las celebraciones de los arequipeños pueden compararse al festejo que provocó Perú cuando se clasificó al Mundial de 1970 o cuando Melgar ascendió al Descentralizado.

Bien dicen que el carnaval arequipeño comenzó cuando se dio el pitazo final al partido entre Cienciano de Cusco y Cultural Pucalá de Chiclayo que terminó empatado 1-1, y que dejaba la vía libre a la celebración de Huracán que en el preliminar ganó 2-0 al Deportivo Sider Perú de Chimbote.

Sportivo Huracán, ese equipo que nació un 12 de enero de 1927 a propuesta de los agricultores de Arequipa que deseaban tener un equipo que “represente a la campiña” y al “hombre de campo”, logró lo que muchos ni soñaban.

Desde que comenzó su largo andar en el balompié mistiano se lo conoció como el “equipo de los agricultores”, de esos recios hombres amantes de las peleas de toros, de las largas jornadas en la chacra y que eran en ese entonces la principal fuerza productiva de la economía arequipeña. 

Huracán es un equipo de barrio, arraigado a la chacra y a los toros que son características del loncco arequipeño. Cronistas de la época comparaban a Huracán y La Pampilla, con Alianza Lima y La Victoria o Boca Junior con el barrio de La Boca. Es de esos equipos populares que por su sola mención provoca un espíritu de identificación, en este caso, con todo lo que es Arequipa.











Y aunque fueron los Quiroz los que estuvieron, en sus primeros años, encabezando el equipo, lo cierto es que el club era de los agricultores que organizaban peleas de toros para financiar las campañas piebolísticas en el rudimentario fútbol mistiano de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado. 

Muchos recuerdan aquellos topes irrepetibles entre Boxeador, el toro invicto de Arequipa, y el Huracán, representante de La Pampilla. Este último ganó la pelea y se llevó el Astero de Plata en una tarde mítica para los mistianos de antaño.

Huracán tardó 40 años en ser campeón de Arequipa y lo hizo para marcar historia. En 1967 se corona campeón con la dirección técnica de Eduardo Somocurcio, una de las glorias del fútbol arequipeño.

Los pampillanos fueron los campeones de Arequipa en el sistema de la Copa Perú que comenzó a jugarse desde ese año. El equipo apuntaba a llegar a la finalísima, pero tras ganar la Primera Etapa de la Copa Perú, lo que ahora se llamaría la etapa Departamental donde se midió con Marítimo de Mollendo y Buenos Aires de Camaná, se cruzó con Melgar que venía de descender del Descentralizado. Los rojinegros cortaron sus aspiraciones y lo eliminaron en partidos abiertos para la polémica.

La espina quedó clavada en el orgullo a José Luis Quiroz, hijo del patriarca Adrián. El joven dirigente que había sido exportero de Huracán y agricultor de profesión, desde 1966 se había hecho cargo del club. A partir de ese año, el equipo logró una evolución deportiva importante que se reflejó en 3 subcampeonatos de Arequipa y en 1972 el campeonato tras superar al poderoso Carsa.


EN BUSCA DE LA COPA PERÚ

El segundo título que logra Huracán en 45 años de historia obligó a soñar en grande pero siempre manteniendo el perfil bajo. Quiroz en una de sus entrevistas antes de viajar a la finalísima de Lima reconoce: “Nadie nos daba chance en la Regional y la ganamos, ahora vamos a Lima y tampoco nos dan oportunidad… pero ya verán”.

Tras superar el escollo que representaba Carsa en el Torneo de Primera División de Arequipa, Huracán en noviembre de 1972 comienza su carrera en la etapa Departamental de la Copa Perú jugando un cuadrangular. En la primera fecha golea 5-1 al Atlético Porteño de Caravelí, luego vence 5-0 a Defensor Chivay de Caylloma y empata 1-1 con Marítimo de Mollendo. Clasificó a la fase final donde se disputó otro cuadrangular con partidos de ida y vuelta. 

Derrota en Camaná a Buenos Aires por 1-0, golea 3-0 a Defensor Chivay en Chivay y supera 5-0 a Deportivo Trueno en Corire.

Para la segunda vuelta sus partidos le tocan en Arequipa: 5-1 Buenos Aires, 5-0 Defensor Chivay, y el último partido lo gana por WO porque Trueno no se presentó. Así clasificó a la Regional.
















Ya Quiroz y sus compañeros más cercanos como Tomás Linares y su hermano Alfonso Quiroz, habían desembolsado más de un millón 200 mil soles para afrontar la campaña. Se estima que desde que fue presidente él, su familia y agricultores pudientes de Arequipa pusieron cerca de 6 millones de soles para mantener al equipo siempre protagonista.


Para la Regional el entrenador Carlos Bustos Zamora (falleció en el 2014), un joven camanejo de 30 años de edad que se había graduado de técnico de fútbol en Brasil, mantuvo el mismo sistema de juego: 4-3-3 para enfrentar a rivales como Bolognesi de Tacna, Coishco de Ilo (Moquegua) y Alfonso Ugarte de Puno, este último era el favorito para llegar a la finalísima.

El 31 de diciembre Huracán empata 1-1 con Bolognesi en el estadio Modelo de Tacna. El gol lo anotó Alfonso Quiroz y el árbitro chiclayano Víctor Burga expulsó a Julio “El Cholo” Aparicio y Mario “Ratín” Núñez. Fue un duro golpe para Walter Milera, DT de los tacneños. El estratega que había salido campeón de la Copa Perú con Melgar en 1971, antes de ese partido señalaba que el único rival de temer era Ugarte, se equivocó.

El 3 de enero de 1973, Huracán recibe a las 8 de la noche en el estadio Melgar a Coishco de Ilo. Le gana ajustadamente 2-1 con tantos de Hugo Paredes y José Risco. Y el 7 de enero en Puno empata 0-0 con el poderoso Ugarte. 

4 puntos de 6 posibles no era mal negocio, pero comenzaron a aparecer dudas generalmente de la prensa que criticaba su falta de contundencia y la pasividad de su juego cuando una de sus características era la “garra”.

El 10 de enero, también en la noche, Huracán venció 1-0 a Bolognesi con tanto de Ruffo Fernández. Los tacneños al final del partido intentaron agredir al juez y a los jugadores verdolagas porque consideraron injusta la derrota. Por esa actitud se quedaron una hora dentro del campo de juego porque la hinchada arequipeña no los dejaba ni entrar a los vestuarios.

El 14 de enero, Huracán consigue un gran resultado. En el estadio Mariscal Nieto de Ilo, derrota al Coishco por 2-0 con tantos de Ruffo Fernández y Dante Zúñiga.

El 17 de enero con 15,195 espectadores en las graderías del estadio Melgar, Huracán empata 1-1 con Ugarte con anotación de Mario Núñez. Aquella tarde el arquero puneño, Freddy Angles estuvo espectacular.

Igualados en puntaje (9), Huracán y Ugarte disputaron un partido definitorio que se programó para el 21 de enero en el estadio 25 de Noviembre de Moquegua. 

Fue un duelo de ida y vuelta con mucha fricción. El juez Alfredo Ortega (Lima) dirigió un encuentro jugado a mil por hora. Los pampillanos logran el triunfo por 2-1 con doblete de Ruffo Fernández. El descuento lo anotó Luis Peña.

Recién cuando logran el título Regional nace la idea de ganar la Copa Perú. Afrontar la finalísima no los asustaba. Era la oportunidad que necesitaban para demostrar que un equipo humilde conformado solo por arequipeños con excepción del delantero limeño José Risco, que había salido campeón con Melgar en 1971, podía alcanzar la gloria.

Del 27 al 30 de enero el profesor Carlos Puertas ordenó que todo el equipo viaje a las playas de Cerrillos (Camaná) para realizar trabajos de reacondicionamiento físico y de paso trabajar con la cabeza de los jugadores. 

Se incidió en hacer al grupo fuerte mentalmente y para ello se tuvo el apoyo de personajes como Julio Revilla Melgar, quien fue el coach del plantel.

Antes de partir a Lima la Municipalidad Provincial de Arequipa y el Consejo Departamental de Ligas de Arequipa organizaron homenajes y cócteles. En esas reuniones, José Luis Quiroz prometió traer la Copa Perú a Arequipa.


EN LA GLORIA

Huracán tenía planeado viajar a Lima el 1 de febrero para jugar la finalísima que arrancaba el 3. Pero recién un día después, el 2, enrumban a la capital. El equipo concentró junto a Cienciano de Cusco en el Colegio Militar Leoncio Prado.

Antes de dejar Arequipa el capitán del equipo Adrián Torres dijo: “Viajamos a ganar la Copa de la Esperanza (así se conocía a la Copa Perú)”.

El plantel que tomo parte de la finalísima estuvo integrado por Emilio Castillo Cárdenas, Adolfo Condori (porteros), Antonio Robles Soldevilla, Walter Lozada Regente, Adrián Torres Sánchez, Benigno Pérez Valverde, Francisco Maldonado Chávez, Freddy Belón Poblete, Waldo Surco Arapa, Wilson Quiroz Carpio (zagueros), Julio Aparicio Vera, Óscar Torres Sánchez, Dante Zúñiga Núñez, Mauricio Vidal Cruz (volantes), José Risco Candioti (el único limeño, campeón Copa Perú 1971), Ruffo Fernández Romero (campeón Copa Perú 1971), Mario Núñez Izurriaga, Alfonso Quiroz Gómez y Hugo Paredes Borja (delanteros). A ellos se sumaron en calidad de refuerzos Elmer Lozada Regente y Óscar Pacheco Medina, y quedaron fuera de la delegación Agustín Núñez y Francisco Vargas, argentino que había sido campeón en 1971.

En Lima el comando técnico también se reforzó. Se unió un personaje clave, el médico Guillermo Huertas Tejada, que puso sus servicios a disposición del campeón arequipeño con el mismo desinterés que tuvo cuando en 1971 se unió a la delegación de Melgar. Este galeno arequipeño trabajaba en Lima y era médico de la Federación Peruana de Básquet.

En Huracán su aporté fue fundamental porque junto al kinesiólogo Hilario Payé Capartida se encargaron de las lesiones en la maratónica jornada de partidos en el estadio Nacional, cinco en trece días.

El primer campanazo lo dieron el 3 de febrero cuando vencieron 1-0 a Octavio Espinoza de Ica con tanto de Elmer Lozada a los 30`PT, ojo que les anularon dos goles. Esa noche se dieron cuenta que si querían alcanzar la gloria tenían que luchar contra todos.

El 6 de febrero se imponen 1-0 a Pucalá de Chiclayo con anotación de Ruffo Fernández (40`PT).

El 11 de febrero consiguen un triunfo que los acercó al título. Derrotan 3-1 a CNI con goles de Ruffo Fernández (16`PT), Julio Aparicio (19`PT) y José Risco (28`PT).

Huracán estaba encaminado hacia la gloria, pero Cienciano los aterrizó. El 11 de febrero los cusqueños callan a toda La Pampilla. Ganaron 1-0 con tanto de José Valenza (32`PT). Nadie esperaba esa derrota que complicaba el camino al campeonato. Para colmo de males expulsaron al joven Aparicio de 18 años de edad que tiempo después se coronaría campeón de la Copa América 1975 y jugaría las Eliminatorias para el Mundial Argentina 1978. El golpe fue duro y tardó en digerirse.

Días previos a la final el clima de la concentración era complicado. El 13 de febrero se produce un conato de bronca entre jugadores de Cienciano y Huracán. Según se narra en las notas periodísticas, todo fue provocado por Ruffo que en el almuerzo se acercó a la mesa de los cusqueños, alzó sin permiso una jarra de limonada lo que provocó el reclamo airado del defensa cusqueño Chinchay. La pelea fue rápidamente controlada por los dirigentes de ambos equipos.

A la última fecha, programada para el 15 de febrero, Huracán y Cienciano llegaban igualados en puntaje, 6 cada uno. El triplete lo iniciaban Espinoza con CNI (5 p.m.), que no tenían opción al título; luego se medían Huracán con Sider Perú (7 p.m.), y de fondo jugaban Cienciano con Pucalá (9 p.m.).

Los arequipeños saltaron al campo de juego a las 7 de la noche. En sus filas no estaba el expulsado Aparicio, en su reemplazo jugó Elmer Lozada. El primer tiempo fue opaco, pero luego de la charla que dio el profesor Puertas en el entretiempo se vio otro equipo. Adrián Torres de potente frentazo a los 31`ST y Hugo Paredes (45`ST) sellaron el triunfo por 2-0.

El árbitro César Orosco pitó un penal a favor de Huracán por una falta contra Fernández. Adrián Torres disparó sin suerte, el arquero Sebastián Mansilla atajó el balón. Hubiera sido el 3-0, pero con el 2-0 era suficiente.

Faltaba el desenlace del partido de fondo.  Todos en Arequipa estaban pendientes de las transmisiones radiales y de la televisión. El 1-1 entre Cienciano y Pucalá desató la alegría en toda la ciudad, salieron los coches a la calle a formar improvisadas caravanas, muchos se metieron a la pileta de la Plaza de Armas pese a la hora, cerca de la medianoche.

“La Plaza de Armas fue el epicentro de esta fiesta popular que pasado las doce de la noche continuaba… Anoche Arequipa en todos sus rincones bailó y cantó, pero el populoso barrio La Pampilla – cuna de los nuevos engreídos – fue la nota especialísima, llegando a jugarse con agua entre hombres y mujeres de toda condición social y de toda edad”, señala el Correo en su portada del 16 de febrero.

En el estadio Nacional los jugadores de Huracán esperaron el final del partido. Se abrazaron, lloraron, celebraron, dieron la vuelta olímpica con la Copa Perú en sus manos. Nuevamente, como había sucedido en 1971, el estadio Nacional enmudecía al escuchar: Arequipa, Arequipa. Los jugadores se bañaron en la cancha aprovechando que se abrió el riego por aspersión. José Luis Quiroz se abrazaba con Puertas, con sus jugadores y dijo, para sí mismo, “lo logramos”.

Huracán ganó esa Copa Perú con 8 puntos. Cienciano (7), segundo, y CNI, último (3) también ascendieron al Descentralizado por la política de descentralizar el fútbol profesional. Ruffo Fernández fue elegido el mejor jugador de la finalísima.

El 16 Arequipa vivía la resaca de los festejos nocturnos y todas las casas de La Pampilla amanecieron embanderadas con la bandera de Huracán.













CARNAVAL AREQUIPEÑO

El equipo recién llegó a Arequipa un domingo 18 de febrero. El equipo arribó cerca de las 10 de la mañana en vuelo de la línea aérea Faucett. El aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón albergó a miles de arequipeños. Se armó una caravana de coches y camiones hacia la Plaza de Armas, donde el alcalde Luis Velarde Soto entregó a los integrantes de la delegación la Medalla de Oro de la Ciudad. 

Es en esa ceremonia donde José Luis Quiroz entregó en custodia la Copa Perú al alcalde que representaba a la ciudad. Le dijo: “La Copa Perú es de Arequipa, la han traído sus humildes hijos de La Pampilla”.

No fue un acto simbólico. En verdad se la entregó lo que causó el enojo de la Federación Peruana de Fútbol porque el trofeo se tenía que devolver.

Es así que nace una frase popular del fútbol arequipeño: “José Luis suelta la copa”. El presidente verdolaga hizo grabar una dedicatoria que también quedó para la historia: “Arequipa, esta es la Copa Perú que conquisté con ardor y hoy entrego a mi ciudad con cariño y amor”.

La verdadera Copa Perú luego de estar años a manos de la municipalidad provincial, desde algunas décadas se encuentra bajo la responsabilidad de don José Luis Quiroz. Es más, se la prestó a Melgar cuando celebró su centenario. Como dice él, la copa es de Arequipa.

La plaza, escenario de los principales acontecimientos masivos de la ciudad, estuvo llena. Hubo mixtura, confite, serpentina, bombardas y cohetes, los jugadores fueron recibidos como héroes; pero la verdadera fiesta se vivió en La Pampilla.

“Yo le pedí el milagro a la Virgen de Chapi y me lo cumplió”, contó Delia Reynoso de Puertas, esposa del entrenador Carlos Puertas. Mientras que la hermana del presidente, Georgina Quiroz, señaló que los festejos fueron apunta de “chicha y whisky”.

Mientras la fiesta continuaba, los agricultores de Arequipa se reunieron en el local del Fondo de Fomento para la Ganadería Lechera del Sur donde acordaron apoyar económicamente al equipo. Se creó el Comité de Apoyo a Huracán que presidió Arturo Lira Linares y se decidió organizar un festival de peleas de toros en el campo ferial de Bellavista. Todo lo recaudado iría a las arcas del club.

Hubo homenajes importantes como el que brindó la Tercera Región Militar que comandaba un amigo de la casa, el General de División Augusto Freyre García Monterroso, quien fue nombrado tácitamente como protector del club. Además, se programó un festival deportivo el 3 de marzo en el estadio Melgar donde participaron todos los jugadores y dirigentes. Se jugó un partido de exhibición entre los excracks del fútbol arequipeño y los excampeones nacionales.

A la par Cerveza Arequipeña donó 100 mil soles, el Banco del Sur otros 50 mil, se reunió 175 mil soles en una colecta entre agricultores arequipeños, y se recibieron 563 mil soles por haber jugado la finalísima. Todo estaba destinado a armar el equipo para jugar el Descentralizado.


CONDENADO AL DESCENSO

El Descentralizado 1973 puede considerarse como ejemplo de lo mal que siempre se ha llevado el fútbol peruano. Fue un torneo “racista”. “Un campeonato donde los equipos limeños solo tienen derechos y los provincianos solo deberes”, señalan las crónicas de periodistas como Andrés Ugarte Valdez del diario Correo.

Huracán estaba envalentonado y fue en busca de refuerzos. Querían de vuelta a un hombre de casa: Luis Ponce Arroé, que fue parte del equipo campeón de 1967. El volante fue a los entrenamientos, pero de un momento a otro cambió de opinión y decidió quedarse en Melgar.

En plena dictadura militar de Juan Velasco Alvarado, la política deportiva del gobierno respecto al fútbol era llevar la profesionalización a todos los rincones del Perú. Solo eso explica por qué se realizó un reglamento tan abusivo con los provincianos.

Se decidió que si un departamento tenía dos equipos, como era el caso de Arequipa (Melgar y Huracán), Lambayeque (Aurich y Tumán) y Piura (Torino y Grau), solo uno de ellos permanecería en la categoría siempre y cuando termine primero o segundo del campeonato.

Si no lo hacían tendrían que jugar un torneo reclasificatorio o de revalidación con equipos campeones departamentales de Copa Perú, o regresar a su liga de origen donde los condenaban a desaparecer porque “no podían jugar la Copa Perú futbolistas que el hayan actuado profesionalmente”. Es decir, retornaban sin plantel de jugadores.

El campeonato se jugó con 18 equipos, donde además había representantes de Huánuco (León), Loreto (CNI), Cienciano (Cusco) y Gálvez (Chimbote, Ancash). Esos equipos solo tenían que preocuparse de no quedar últimos para no descender.

Huracán debutó un 14 de abril en el estadio Melgar. Fue un 1-1 con Atlético Chalaco, el gol lo anotó Ruffo Fernández. Y se despidió del profesionalismo un 8 de diciembre tras ganar 1-0 a CNI en Arequipa con tanto también de Ruffo.

Los últimos meses del torneo fue una lucha constante entre los clubes provincianos por hacer respetar sus derechos y el Comité Nacional del Deporte que era el ente superior de la Federación Peruana de Fútbol y la Asociación Peruana de Fútbol, que era la encargada de organizar el campeonato.

Recién el 26 de noviembre, cuando el torneo estaba por terminar, se oficializa el sistema de descenso. Se acuerda en el caso de Arequipa, Lambayeque y Piura que, si uno de sus dos representantes saca más de 6 puntos de ventaja al otro, jugará la reclasificación con los campeones departamentales de su zona, en este caso la 9 (Arequipa y Apurimac) y el otro bajaría directamente a su liga de origen.

Pero en caso de que se ubique 1 (campeón) o 2 (subcampeón) aseguraría su permanencia sin jugar la reclasificación. Y el otro equipo jugaría esa revalidación. 

Si la diferencia entre ambos fuera menor a 6 puntos, los dos deberían jugar la reclasificación.

Existía otra atingencia más. Como Melgar había clasifica a la liguilla pre Libertadores, si clasificaba a ese torneo también aseguraría su permanencia sin jugar la reclasificación y Huracán disputaría la revalidación. Más complicado imposible.

En el caso de Arequipa. Melgar hizo un campañón, llegó hasta ser puntero y fue segundo varias fechas, pero terminó tercero con 43 puntos y Huracán quedó octavo con 34. Fueron los dos únicos equipos provincianos entre los ocho primeros, todos los demás eran de Lima: Cristal (45), Universitario (44), Defensor Lima (42), Municipal (42), Alianza Lima (41) y Chalaco (38).

Cuando Huracán jugó su último partido ante CNI asistieron 2127 espectadores a despedirlo. Ese partido no lo dirigió Carlos Puertas, porque su contrato había finalizado el 31 de noviembre, el que fungió de entrenador fue Dante Zúñiga. 

Al término del encuentro todos los aficionados se pusieron de pie para aplaudir. Los jugadores agradecieron el gesto corriendo por la cancha del estadio Melgar con una bandera del club.

ÚLTIMA ESPERANZA

Pero ahí no terminó la historia para Huracán. José Luis Quiroz e integrantes del creado Comité de Defensa de Huracán viajaron a Lima para reunirse con el Ministro de Educación, General Carpio Becerra, y con el titular del Comité Nacional del Deporte, Eduardo Guinea. Quiroz logró una cita con el general José Graham Hurtado, presidente del Comité de Asesoramiento de la presidencia de la República.

En Arequipa se elaboró un memorial que fue entregado al mismo presidente Juan Velasco Alvarado donde se decía: “Es clamor popular pedir justicia para Huracán, justicia para Arequipa y justicia para el hinchaje arequipeño”.

Lo que se pedía era anular el sistema de descenso tomando en cuenta la gran campaña de Huracán que había sido, junto a Melgar, los mejores equipos provincianos.

Diciembre fue un mes de luchas y malas noticias. El 18 de ese mes muere el protector de Huracán, general Augusto Freyre, en un lamentable accidente aéreo (se cayó el helicóptero en el que se trasladaba) en el sector de Sumbay. Huracán estuvo de luto.  


MELGAR LA BESTIA NEGRA

Melgar que había terminado tercero del torneo regular y último en la liguilla pre Libertadores tuvo que jugar la revalidación con los campeones departamentales de Arequipa (FBC Piérola) y Unión Grauina (Apurímac). El ganador de ese triangular subía o se mantenía en la profesional (como era el caso de Melgar) y el segundo jugaba con Sportivo Huracán otra revalidación que de ganarla lo obligaba a jugar una reclasificación en Lima con los subcampeones de Piura (Torino) y Lambayeque (Aurich). Toda una chanfaina el campeonato. Esa fue la decisión que tomó el CND a la insistencia de Sportivo Huracán.

El 27 de enero se juega el primer partido de la reclasificatoria. Piérola que dirigía el recordado Ponciano López Dávalos y Melgar que entrenaba Luis Ponce Arroé, quedaron 0-0.

El 30 de enero, Melgar derrota en Arequipa 5-0 al Grauina y el 2 de febrero Piérola vence a los apurimeños por 2-0 también en el estadio Melgar.

El 10 de febrero Grauina recibe a Melgar y pierde 0-3. Luego, el 13, empata 1-1 con Piérola.

En Arequipa se jugaba la última fecha que ponía frente a frente a Melgar y Piérola. Los rojinegros solo necesitaban el empate para seguir en la profesional, pero son goleados por las ardillas 3-1 con tantos de Óscar Ticona, Henry Paz y Adolfo Torres. El descuento lo anotó Ponce Arroé. Ese recordado 20 de febrero, Piérola asciende a la profesional.

Conociendo a su rival en la reclasificatoria José Luis Quiroz vuelve a contratar a Carlos Puertas para que dirija ante Melgar. El 24 de febrero, Huracán le gana 1-0 a Melgar con gol de Elmer Lozada.

Para el partido de vuelta, la dirigencia de Melgar trae a de Lima al portero Carty y a Carlos Solis para reforzar a su equipo. El 27 de febrero es triunfo rojinegro por 2-0 con tantos de Salvador Salguero y Tito Reyna. Huracán terminó con 8 hombres por las expulsiones de Adrián Torres, Walther Lozada y Ruffo Fernández. El árbitro fue Enrique Montes.

Este resultado provocó la programación de un tercer partido el 2 de marzo. A tres días de ese encuentro el Tribunal de Penas de la Comisión Departamental de Ligas de Arequipa decidió mantener la expulsión de Fernández, mientras que a Lozada y Torres solo se les multaba.

El 2 de marzo ante 14,826 espectadores Melgar le quitó todo anhelo de ser profesional a Huracán como lo hizo en 1967. Lo derrotó 2-0 con tantos de Carlos Solis y Ponce Arroé.

Así Huracán terminó con su última esperanza de continuar en el Descentralizado. Mientras que Melgar viajó a Lima para jugar un triangular con Aurich y Torino. El 6 de marzo venció 3-2 a Torino y aseguró su permanencia en la máxima división del fútbol peruano.



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