Marco Vilca: la joya del atletismo arequipeño y peruano


Su entrenador Julio Pérez y su padre Alvaro. Los dos gestores del atleta con mayor proyección del Perú.
Marco Vilca Gonzales es el atleta con mejor proyección del Perú, así lo ha catalogado la Confederación Sudamericana de Atletismo (Consudatle) cuando ganó el oro en los 800 m del último Sudamericano Sub-20 de Cali (Colombia). 
No lo dijo por decir. Este arequipeño de 18 años de edad (nació el 2 de diciembre de 2000) lidera el ranking sudamericano 2019 de su categoría con 1m 48s 06, por delante de brasileños, colombianos y venezolanos; y es una figura excluyente del mediofondo inca.
En un país hipnotizado por el fútbol, sus logros como los de muchos otros deportistas se pasan por agua tibia. Eso a él no le importa. “Sí veo fútbol como hobby, pero no es que sea hincha de algún equipo”, aclara este jesuita de formación, es exalumno del colegio San José, quien si los cálculos de su entrenador, el cubano Julio Pérez, no fallan tiene madera para ser olímpico.
Por lo pronto ya ha marcado un hito en el atletismo nacional. Ha roto 10 récords nacionales en las categorías sub-20 y sub-23, 6 en 800 m y 4 en 400 m.
De cuerpo alargado y flaco, propio de un hombre que recién está ingresando a la adultez, habla de sus logros como alguien que sabe que puede dar mucho más. Confiesa sus objetivos,  los ojos le brillan y su voz que aún está en proceso de maduración suena con más firmeza, tiene convencimiento de que puede lograr lo que se propone.
“Este chamaco tiene un potencial natural. Lo mejor que tiene es que tiene resistencia en velocidad y es fuerte, esa es su mejor arma”, asegura Pérez con la experiencia que le dan más de 40 años formando atletas de élite. “Como Mario Bazán, Rocío Huillca, Yéssika Quispe o Zulema Arenas, son gente que no tienen límites”, recalca.
Este 2019 ha sido vertiginoso para Marco, especialmente el mes de mayo. Batió los récords nacionales de los 400 m (46s 95) y 800 m (1m 48s 06).
“Cuando comenzamos el año no pensé en batir el récord peruano absoluto de los 800 m (David Torrence, 1m 47s 01), pero es posible que lo batamos ahora en el Panamericano Juvenil”, sigue el cubano.
Aunque no tiene familia con antecedentes deportivos, él y su melliza Sheyla han nacido para el atletismo. Y ojo que han probado otros deportes como el fútbol, vóley y básquet, pero se enamoraron de los zapatos con clavos. “De pequeños los pusimos a entrenar otros deportes, pero ellos eligieron el atletismo; y nosotros los apoyamos”, cuenta su padre Álvaro, quien –generalmente– asiste a sus prácticas para ver a sus hijos. Ayer por ejemplo estuvo en el Centro de Alto Rendimiento de Cerro Juli esperando que Marco termine de entrenar.
Su formación jesuita lo ha marcado. “Tiene convicciones claras, sabe lo que quiere. Ha tenido la posibilidad de ir a entrenar a Estados Unidos con esas becas que dan a los deportistas, pero ha querido quedarse porque apuesta por el Perú. Se siente cómodo acá y confía ciegamente en su entrenador”, sigue su progenitor.
Julio Pérez sabe que tiene un diamante en bruto aún en proceso de formación. “Hay una cosa que es fundamental. Un atleta pone entre un 80 % y 85 % en un resultado, lo demás se distribuye entre el psicólogo, la parte nutricionista, el kinesiólogo, el entrenador, etc. Te doy un ejemplo, nosotros preparamos el carro para que corre a 100 kilómetros por hora, pero hay otros que tienen que hacer su mantenimiento (nutricionista, sicólogo, kinesiólogo, etc.). Si eso funciona bien, el carro va a seguir corriendo sin problemas”.
Pérez pronostica batir en Costa Rica el récord de Torrence, ahí termina el año deportivo para Marco. 
Los Juegos Panamericanos de Lima 2019, donde competirá con lo mejorcito del mundo, será una prueba de fogueo, donde se intentará hacer una buena marca y, lo más importante, ganar experiencia para lo que será, eso espera todo el atletismo peruano, un futuro exitoso ya sea en los 400 m,  800 m o los 1500 m, prueba que recién está preparando.


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