En octubre de 2022 entró en vigencia en Chile
la Ley N.º 21436, ley que exige la celebración de contratos entre las
sociedades deportivas profesionales y las jugadoras que toman parte del
Campeonato Nacional de Fútbol Femenino. Este hecho se calificó de “histórico”
porque significa el primer hito en la profesionalización del fútbol femenino en
ese país.
La Ley que fue promulgada en abril de ese año
y que entró en vigencia recién seis meses después, obliga a los clubes de
fútbol a firmar contratos profesionales con sus jugadoras de primera división
en forma escalonada. El primer año (2023) con el 50% del plantel, el segundo
(2024) con el 75% y en el tercero (2025) con el 100%.
Chile es uno de los países en Sudamérica
donde la profesionalización del balompié femenil está encaminada, pero es una excepción.
En Argentina el proceso de “profesionalización”
se inició en el 2019, pero hasta el momento no se ha consolidado, igual
situación es la de Colombia.
En Paraguay, por ejemplo, todo apunta a que
en el 2026 todos los clubes tengan sus plantillas por lo menos 18 jugadoras con
contrato profesional, este año (2023) el número debe llegar a 9.
Brasil es otra realidad. Para el 2021, 10 de
los 16 clubes de la liga eran profesionales; es decir, sus jugadoras se
dedicaban a este deportivo como medio de vida y todas tenían contrato
profesional.
¿Y en Perú? En el 2021 se creó la Liga
Femenina con el objetivo de la profesionalización del fútbol femenino. Perú aún
este campeonato es definido por la Federación Peruana de Fútbol como
semiprofesional, es decir, tiene ribetes de amateur y/o aficionado.
El último miércoles, cuando Alianza Lima
presentó su plantel para la temporada 2023, se informó que solo 8 de sus
jugadoras tienen contrato profesional pese a ser el vigente bicampeón nacional.
En Universitario, la situación es similar, menos de 10 futbolistas tienen
contrato.
Para la FIFA un jugador puede ser llamado
profesional cuando “tiene un contrato escrito con un club y percibe un monto
superior a los gastos que realmente efectúa por su actividad futbolística.
Cualquier otro jugador se considera aficionado”.
Es decir, un jugador tiene contrato
profesional cuando percibe por sus servicios un monto que le permita dedicarse
únicamente a esta profesión como medio para vivir.
La liga femenina peruana está en camino de ser
profesional, es por ello su condición de “semiprofesional”. Para lograr su
profesionalización aún pasarán algunos años más para que los clubes
conviertan a este producto en atractivo para las empresas y/o auspiciadores.
Para la mayoría de clubes el fútbol femenil es solo un requisito que hay que cumplir para obtener la licencia, poder competir en la Liga1 y en torneos internacionales organizados por la Conmebol como está estipulado desde el 2019.
Es por eso que ese año, el club Melgar se vio obligado a fusionarse con el club Vepia para participar en el Torneo Evolución Desarrollo de Fútbol Femenino. Así como la institución rojinegra, varios equipos hicieron lo mismo y muchos aún lo siguen haciendo.
Y aunque Melgar desde el año pasado apostó seriamente por el fútbol femenino, aún no lo convierten en un producto. Grandes son las diferencias con el trabajo que se realiza en Alianza Lima o Universitario, donde se han dado cuenta que el femenino o femenil puede caminar solo, en lo que respecta a auspicios, y los resultados saltan a la vista.
Alianza Lima tiene como auspiciador principal a Xiomi, además de conservas Arica y Apromax; además, demostró en su presentación ante Colo Colo que puede llevar más de 25 mil espectadores al estadio. Todo producto no solo de los buenos resultados deportivos (son bicampeonas nacionales) sino del trabajo profesional que realiza el departamento de marketing del club como lo explicó el gerente aliancista de esa área, Diego Montoya.
UN TRECHO, AÚN, INSALVABLE
En el 2022 más del 82% de las jugadoras
recibían un sueldo que no superaba los S/ 500, y un porcentaje menor al 5 %
bordeaba los mil soles. Cantidades irrisorias comparado con lo que gana un
futbolista de un equipo profesional masculino donde el promedio de sueldo es de
15 mil soles.
Existe en el Perú una ley que regula el
régimen laboral del futbolista profesional. En diciembre de 1995 se promulgó la
Ley N.º 26566 que estipula que “la relación del futbolista con los clubes
deportivos se rigen bajo el régimen privado”.
Asimismo, establece derechos, deberes y
obligaciones de los deportistas y los clubes; pero fue en el 2005 cuando los
futbolistas logran la aprobación del Estatuto del Futbolista Profesional del
Perú (EFPP) que “establece y regula las condiciones del trabajo de los
futbolistas profesionales nacionales y/o extranjeros que presten sus servicios
en las Sociedades Anónimas de cualquier tipo…”.
Con la aprobación de este estatuto los
futbolistas ganaron una batalla histórica a los clubes de fútbol acostumbrados
a los dobles contratos, deudas contractuales, despidos arbitrarios por “bajo
rendimiento”, etc. Pero a la vez obligaba a los futbolistas a ser “profesionales”;
es decir tomar el fútbol por un trabajo donde tenían derechos como cualquier
otro trabajador; pero también deberes que se iniciaban con el simple cuidado
personal hasta subyugarse a las condiciones de contrato de su empleador.
En este estatuto se brinda un concepto más
puntual de lo que es un futbolista profesional: “son trabajadores que en virtud
a una relación establecida con carácter regular, se dedican voluntariamente a
la práctica del fútbol por cuenta y dentro del ámbito de organización y
dirección de Clubes reconocidos como Persona Jurídica por el Código Civil, a
cambio de una remuneración tal como lo establece la Ley N.º 26566”.
Estas normas aún no son aplicables al fútbol
femenino porque el campeonato tiene carácter de “semiprofesional”.
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