El Pibe Maravilla en la última entrevista que dio en agosto de 2009. Un año después dejó de existir. Un arequipeño con todas sus letras. |
Hernán Llerena Valderrama fue quizá el más grande
ciclista peruano. Una leyenda para los amantes de los pedales y un referente
para el deporte nacional. Su vida está llena de anécdotas, como aquella vez en
los Juegos Olímpicos de Londres 1948 a 20 kilómetros de la meta, cuando estaba
en el pelotón líder, se cayó y perdió la oportunidad de subir al podio.
Nació en 1928 y nos dejó un 13 de marzo de 2010. Uno de sus máximos
logros, irrepetible hasta el momento, es la medalla de bronce que ganó en los I
Juegos Panamericanos de Buenos Aires 1951. Dicen que cruzó la meta con la
llanta pinchada. Ese lo que parecería un simple detalle que hace más grande su
proeza, fue uno de los tantos maltratos que sufrió el equipo peruano, que
además integraba otro mistiano: César el “Huaso” Rodríguez.
Tras quedar tercero en la Persecución Individual y cuarto en el
grand slam (155.8 kilómetros), él junto a todos sus compañeros esperaron
retornar a Perú para contar lo que había pasado durante los Panamericanos.
“No tuvimos quién nos ayudara ni quién nos protegiera en Buenos Aires”,
título La Prensa de Lima. La entrevista que concedió el “Pibe Maravilla”
desnudó el manejo que tuvo la delegación peruana en tierras gauchas.
“El Señor Comotto (entrenador) habló mucho y trabajó poco. Cuando
intervinimos en la Persecución Individual, prueba que se trabaja exclusivamente
contra el reloj. Lo hicimos sin tener conocimiento de nuestros tiempos en esa
pista y lo que es más grave sin tener los tiempos de los contrarios. Corrimos a
ciegas sin tener un concepto definido de como deberíamos graduar nuestra marcha
en la pista en atención a la categoría de cada rival. Lo mismo pasó en el
kilómetro (prueba Australiana), faltaba un hombre y se armó un lio para
designarlo. Los relojes deberían nominar a ese hombre, pero el entrenador no
parecía darse cuenta de ello. Lo tuvimos que decidir nosotros mismos”.
“Yo considero que la labor de un Director Técnico es controlar el estado
de sus hombres, estar al tanto de sus tiempos y posibilidades y darles instrucciones
para actuar de acuerdo a todo ello. Pero ese señor nada de eso hizo. Además
cuando salimos de Lima, Comotto se comprometió a vernos el material, reponer o
efectuar reparaciones y en fin cumplir con la labor material que en este
deporte es indispensable. Nada de ello cumplió nosotros tuvimos que hacer todo.
Y después nos dice indisciplinados”.
Pero eso no fue todo. Lo peor es que se les falló hasta en ropa de
competencia. “Compramos tubulares en la Cicle Motors. Costaron 80 pesos cada
uno. Los señores Sarmiento y Comotto consideraron que no eran indispensables y
no adquirieron otros 30 de repuesto que habíamos separado. Pero lo peor
es que de chompa y pantalones carecimos. En la Persecución (por equipos)
no pudimos participar por eso. Poggi había rodado en la prueba anterior
(australiana) y no podía integrar el equipo del que era el hombre clave.
Se resolvió que corriera Mello, pero no tenía pantalón. Así como lo oyen, y
Ríos no tenía bicicleta”.
La cosa fue más, en la entrevista contó cómo, en la prueba de ruta donde
terminó cuarto, las personas que estaban en la ruta le tiraban cáscaras de
fruta. “Los ciclistas que debimos sufrir los insultos y las agresiones con
cáscaras de naranja, cáscaras de plátano, agua, a lo largo de la ruta y aún en
las pruebas de pista resultamos siendo indisciplinados y quienes nada hicieron
por defendernos, ni protestando siquiera, nos acusan a nosotros del fracaso. No
hay derecho”.
El delegado de ese equipo, Eduardo Sarmiento, respondió así a las
acusaciones de los ciclistas: “Debimos de lidiar con la más indisciplinada de
las delegaciones. Indisciplina que llegó hasta la insubordinación pues los
ciclistas se negaron a competir en algunas pruebas aduciendo pretextos
fútiles”.
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