EL primer triunfo ante Brasil, el 19 de marzo de 1953


La historia tiene siempre su cuota de morbo, de esos sucesos que están – como decimos los periodistas – entre líneas que solo esperan ser descubiertos e interpretados.
Luego del fracaso que tuvo Brasil en el mundial que organizó en 1950 y en el ya conocido Maracanazo, los cariocas estaban heridos en su amor propio, querían ganar todo lo que jugaban. Eran unas máquinas de victorias por donde pasaban, pero para un Goliat siempre habrá un David, y en este caso su piedra en el zapato fue Perú.
Tras el Maracanazo, el torneo oficial que se venía y que querían conseguir a como dé lugar era el Panamericano de Fútbol, que era un sudamericano de fútbol con la participación de países de toda América y que solo se disputó en tres ocasiones (1952, 1956 y 1960).
El objetivo era ganar el Panamericano Chile 1952. Llevaron casi el mismo equipo que perdió ante Uruguay en el Maracaná en 1950. Pero ojo la idea no solo pasaba por lograr el título, sino hacerlo de forma contundente.
Comenzaron vencieron a México 2-0 y en la segunda fecha se les puso al frente Perú. El 10 de abril empataron 0-0. Luego todo fueron victorias: 5-0 Panamá, 4-2 Uruguay (se cobraron la revancha del mundial) y 3-0 Chile. Fueron campeones, pero la espina de ese partido no ganado a la bicolor les quedó y se la querían, un año después, en el Sudamericano de 1953.
Ese torneo se tenía que disputar en Paraguay, pero como no tenían escenarios se eligió a Lima como sede. Perú comenzó flojo, perdió 0-1 ante Bolivia (22 febrero), luego ganó 1-0 a Ecuador (28 febrero), igualó 0-0 con Chile (4 marzo) y con Paraguay 2-2 (8 marzo) y llegó el domingo 19 de marzo, fecha del Perú vs. Brasil.
Antes de ese compromiso se había producido un cortocircuito con el técnico irlandés Willian Cook quien se había ausentado de los entrenamientos dos días. La federación peruana lo suspendió y colocó en su lugar a su asistente técnico Ángel Fernández Roca.
El empate en el Panamericano pasado hacía predecir que se le podía ganar por primera vez en el sudamericano al mejor equipo del continente. El partido se jugó con el Nacional lleno (40 mil personas) y otras miles se quedaron a las afueras sin poder ingresar.
Antes de ese partido peruanos y brasileños se habían enfrentado en 4 oportunidades con tres triunfos cariocas: 3-2 (Argentina, 1937), 2-1 ( Uruguay, 1942) y 7-1 (Brasil,1949). El empate en Chile de 1952.
Todos querían ver a ese Brasil de Julinho, Zizinho, Djalma Santos, Elí, Ipojucán, etc.
El equipo patrio también tenía lo suyo. Formó con Rafael Asca en el arco; tres defensas: José Allen, Joe Calderón y Guillermo Delgado; en la volante: Ernesto Villamares y Cornelio Heredia; y en la delantera: Luis Navarrete, Roberto Drago, Alberto Terry, Guillermo Barbadillo y Gilberto Torres.

“Antes de que empiece (se reinicie) el partido los altos parlantes hacen saber que en la escuadra de Brasil habrá cambio. Saldrá Ipojucan y en su lugar ingresará Baltazar. Y en Perú también se hacía un cambio que tanto reclamaba la afición, salía Terry entrenaba uno que también había jugado en el Panamericano, Rivera”, parte del relato que el enviado especial del diario El Deber, Ángel Eduardo Valdivia, publicó en la edición del 20 de marzo.
“Los 15´marcaron, cuando hacía una distancia de 40 metros de la valla de Castilho, aprovechando de un buen centro, Navarrete shotea potente a la bola en tal dirección que por más esfuerzo que hace Castinho no logra coger la bola y se produce el primer gol para nuestros colores. La algarabía que hay en la tribuna es indescriptible, solo se escucha en el estadio las voces “Perú, Perú, Perú…” Los cohetones suenan en todas las direcciones, las bandas alegres tocan marineras y hay hasta quienes quieren ponerse a bailar”.
Años después el autor del gol confesaría a La Crónica: “Recibí un pase de Tito (Drago) y me atreví a realizar lo imposible. Dribleé a Nilton Santos, el back que me marcaba y a Ely Do Amparo que me salió al encuentro. Cambié de pie, oí que alguien dijo “pásamela” pero pensé que Castilho, el arquero, no iba a imaginar mí jugada característica (sic) y mi asombro fue mayor cuando de las tribunas sentí el grito de gol. No vi el gol, los defensas me bloquearon la vista. Me sentí morir cuando Tito dio un salto tremendo para abrazarme. Los dos caímos al suelo. Después vinieron todos mis compañeros a felicitarme. Algunos hasta me besaron”.
“Todos los jugadores (brasileños) parecían sorprendidos con la derrota. Ninguno quería comer y los únicos que hablaban en camerín eran periodistas brasileños y dirigentes”.
“Anoche, momentos después de que el Seleccionado de Perú triunfara sobre Brasil por un goal a cero, hubo indescriptible alegría y regocijo en nuestra ciudad por este gran triunfo del deporte peruano. Muchos arequipeños se abrazaron y vivaron el triunfo de Perú. Tenemos noticias de que en el resto del país el júbilo ha sido inmenso”, termina la crónica.

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