Una de las páginas más tristes del deporte arequipeño se
escribió el domingo 9 de junio de 1935. Aquella tarde se suspendió el partido
entre Aurora y Universitario de Deportes, a causa de la muerte de dos
niños de 8 y 9 años respectivamente.
La tragedia, no existe otro adjetivo más duro, se provocó
porque una gradería de la tribuna popular del Stadium Melgar, ubicado en la calle San
Juan de Dios cerca del actual centro comercial La Barraca; se derrumbó y aplastó a
dos inocentes criaturas, que – estas ya son cosas del destino – estaban buscando
una moneda de cinco centavos que se le cayó a un espectador.
La noticia conmocionó al país entero.
Universitario y todas sus figuras de aquellos tiempos
donde resaltaban Lolo Fernández, el arequipeño Vicente Arce, Jorge “Compolo”
Alcalde, Arturo Fernández (hermano de Lolo), Juan Valdivieso que fue refuerzo de
Alianza Lima para esta gira, entre otros, fueron contratados por la empresa Córdova
– Alegre para jugar un Intercity en Arequipa.
Córdova – Alegre logró el alquiler del stadium y la autorización
de las autoridades de la provincia para organizar un espectáculo deportivo que
prometía mucho.
Universitario iba a enfrentar a los tres poderosos del
Misti. Con Melgar empató 4-4 el 26 de mayo, luego el 2 de junio venció a duras
penas a White Star por 5-4 y se despedía frente al vigente campeón arequipeño:
Aurora.
Las tribunas del estadio, según las crónicas, estaban
repletas. Aurora saltó a la cancha con Sotomayor en el arco; dos defensas:
Alcocer y Gómez, tres volantes: Cano, Bedoya Osorio, y cinco delanteros: J.
Quiroz, Castelo, Muñoz, D. Quiroz y Espinosa.
Mientras que la U lo hizo con Valdivieso; Breña, A. Fernández;
Jordán, Arce, Salas; Alcalde, L. Fernández, Tovar, Pacheco y Morales.
A los 13’ Jorge Alcalde puso el 1-0 a favor de la visita,
y a los 15’ Pacheco aumenta el marcador. Con el 2-0 se fueron al descanso.
La muchedumbre se encontraba molesta por el desempeño de
los aurorianos ante un rival que no era superior en el juego, pero sí efectivo
frente al arco.
El público como es normal se movía de sus asientos para
comprar algo de merendar o ir al baño. Mientras tanto un grupo de niños de bajos recursos económicos que vendían naranjas
para ayudar a sus padres, se encontraban jugando en la chacra ubicada detrás de
la tribuna popular; es decir, frente a la tribuna de primera. Los hermanos Carlos, Elba y Jesús Ticona, junto a Hernán
Arévalo y Humberto Carpio, la pasaban como cualquier tarde hasta que el
infortunio los tocó.
Jesús se percató que aun asistente se le había caído una
moneda de cinco centavos en la acequia que quedaba detrás de la tribuna y junto
a Hernán fueron en su búsqueda. Era una tarde soleada, redacta el cronista de
El Deber, pero de pronto un fuerte estruendo anunció una polvareda que tapó al
astro rey. Eran las 4:33 p.m.
De inmediato comenzaron los gritos, los sollozos, el
pánico. Elba y Carlos se vieron envueltos en una nube de polvo, se tomaron de
las manos y se dieron cuenta que faltaba Jesús. Cuando se fue despejando el
nubarrón, solo vieron un montón de sillares caídos y un montículo de tierra. Sintieron los
gritos. Humberto Carpio Acosta (10)
estaba tirado gritando de miedo, felizmente solo presentaba contusiones.
La tribuna que no tenía mayor estructura que bloques de
sillar asentados sobre una tapialera (muro formado con tierra) sostenida por dos palos de madera había cedido. Semanas
atrás los periodistas habían advertido que era un peligro, que era necesario
que sea reforzada, pero la Junta Administrativa del Stadium Melgar no hizo
nada.
El mismo público comenzó a remover los escombros en búsqueda
de espectadores, nadie sabía aún que dos niños estaban aplastados. En la
confusión la gente buscaba a sus familiares y amigos, pero de pronto dieron con
el primer cuerpo. Era Jesús Ticona Valdivia (9), fue su hermano Carlos de 6
años el que lo reconoció. Elba de solo 8 años también lo identificó. Su madre,
Trinidad Valdivia de Ticona, que estaba cerca del estadio llegó minutos después.
La Policía no la dejó acercarse a su hijo.
Cerca del occiso se encontraba otro cadáver, Elba le dijo
a la Policía que era su vecino de la calle San Juan de Dios. Lo trasladaron a
la morgue a donde se hizo presente su madre para reconocerlo, era su hijo
Hernán Arévalo de 8 años de edad.
Pasaron unos minutos del accidente y se apersonaron los
miembros activos de la Compañía de Bomberos N.º 1 de Arequipa y zapadores
(soldados dedicados a obras de construcción) del Regimiento N.º 13 de
Infantería. Los trabajos de remoción de escombros duraron hasta las 5:30 p.m.
Además de los dos fallecidos, alumnos de la Escuela
Fiscal N.º 9582, se presentaron cinco heridos: Humberto Carpio, Héctor Alfaro,
Emilio Cerpa, Manuel Reyes y Óscar Argüeda.
El partido se suspendió. La U, Aurora, la Liga Provincial
y la administración del estadio decidieron entregar parte del porcentaje de la
taquilla a los familiares.
Universitario donó la copa que puso en juego la Cámara de Comercio de Arequipa en beneficio de los deudos.
Los asistentes al partido también realizaron una colecta para apoyar a las víctimas.
Un día después, 10 de junio, el alcalde Alberto Rey de
Castro firmó un acuerdo municipal donde destinaba 100 soles a cada una de las
familias de los fallecidos, 50 soles al herido más grave y 20 soles a los demás
contusos.
Ese lunes, en el local de la Prefectura, se reunieron de emergencia todas las
autoridades de Arequipa y solicitaron que el estadio sea administrado por la
municipalidad.
Este lamentable suceso provocó que semanas después se
planteará por primera vez que se construya un nuevo estadio, al que ahora
conocemos como estadio Melgar.
El stadium fue clausurado y tras realizar las primeras investigaciones se determinó que se vendieron 526 entradas (600 soles) de más.
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