En Arequipa, departamento, existen cerca de 350 academias
y/o escuelas de fútbol, y, lean bien, un promedio de 15 mil niños y jóvenes
menores de 18 años de edad que juegan torneos oficiales considerados por la
Federación Peruana de Fútbol: Torneo Creciendo con El Fútbol, Torneo Élite y
Torneo Federación, que reúnen futbolistas de 5 a 17 años de edad.
A estos números habría que considerar un nuevo producto:
fútbol femenino. Aunque aún su práctica no llega al auge de los varones, muchas
academias que antes veían con recelo incursionar en el balompié femenil han
cambiado de opinión obligados por la creciente demanda. Las damas también
tienen su torneo para menores de edad: Torneo Juvenil. En Arequipa participan
14 equipos (280 jugadoras aproximadamente) en dos categorías Sub-16 y Sub-14.
Muchos de estos(as) futbolistas juegan a la par en la
Copa Perú masculina o femenina, que ahora se denomina la Liga de Ascenso
Femenino.
Vendiendo el servicio de “formación”, estas academias incursionan
en un mercado donde la materia prima: niños y jóvenes, es inagotable.
Que el fútbol es un negocio es un concepto que se maneja
desde hace un par de décadas, pero se limitaba solo al ámbito profesional.
Ahora con el paso de los años ese “negocio” ha llegado también al cimiento, lo
amateur.
MATERIA PRIMA
¿Cómo sobreviven las academias y/o escuelas de fútbol? Se
mantienen básicamente con el pago de las mensualidades; pero tienen otros
ingresos. El alumno o en todo caso el padre de familia, no solo asume el pago
de esa mensualidad por el servicio de “formación futbolística”; además, en casi
todos los casos, tiene que adquirir el uniforme de entrenamiento y costear el
alquiler el campo de entrenamiento.
Y qué pasa cuando esos equipos ingresan a competencia, aumentan
los gastos: uniforme de competencia, pago del arbitraje, etc.
El niño o niña compite y todo bien; pero que pasa si uno
de estos jóvenes quiere cambiar de club. Es ahí donde la cosa cambia, es el
momento donde los entrenadores y/o dueños de academias intentarán “recuperar”
lo invertido en la formación del muchacho(a), pese a que por ese servicio se le
pagaba mensualmente.
Pero no lo hacen porque se les antoja, sino porque la
misma FIFA a través de sus federaciones, en este caso la peruana, se los
permite.
Para que estas promesas del fútbol compitan tienen que
ingresar al Sistema Informático Oficial de Registro Nacional de Jugadores de la
FPF. Desde 1998, cuando entró en vigencia, hasta el 2018 los clubes podrían
registrar jugadores desde los 12 años de edad. Del 2019 al 2022 la edad se bajó
a 10 años; y este 2023, la federación estipuló que la edad mínima de
inscripción sea nuevamente de 12 años.
Si ingresa al sistema, automáticamente está ligado a ese
club y/o academia hasta que cumpla 18 años de edad, así lo recalca Deybi Chávez
Mesías, Coordinador General de Torneos de Menores de la Liga Departamental de
Fútbol de Arequipa.
¿Qué pasa si ese muchacho quiere emigrar a otro equipo?
El Sistema de Inscripciones y Transferencias de la FPF señala que pueden
hacerlo con su carta pase y o una autorización (cesión temporal), documentos
que emite el club que lo inscribió. Los problemas se presentan cuando el padre
de familia lo solicita, ahí en muchos casos terminan las buenas formas y
comienzan las negociaciones. Aunque hay excepciones, muy pocas, donde al menor
se le deja libre sin problemas.
Los entrenadores piden desde camisetas, pelotas, conos,
hasta dinero contante y sonante en cantidades que van en proporción al talento
del futbolista. Cien soles, 200, mil, dos mil, cinco mil, los números varían y
no tienen límite. O simplemente se niegan a cederlos. En ese tira y afloja, es
cuando los padres de familia se quitan la venda de los ojos.
Donde se ve dinero es cuando alguno de esos menores es
requerido por un equipo de Copa Perú o un equipo profesional. Ahí se hablan de
otros montos.
¿Qué pasa cuando cumplen 18 años de edad? Automáticamente
quedan libres y pueden firmar por el club amateur que deseen. ¿Pueden jugar
fútbol profesional? Siempre y cuando tengan la carta pase de su club de
procedencia. Es decir, vuelve a presentarse el mismo problema de tira y afloja,
aunque hay una solución más simple.
El jugador(a) puede fichar libremente por cualquier otro
club amateur y éste posteriormente le cede su carta pase. Así lo hicieron
jugadores como Hilden Salas, Paúl Rodríguez o Edson Aubert que del Atlético
Universidad (Idunsa) pasaron a Melgar no sin antes anclar por algunos días en
Melgarcito o Diablos Rojos.
El consejo para los emocionados padres de familia es que
sepan dónde llevan a sus hijos y aclarar, desde un inicio, bajo qué condiciones
su retoño es inscrito. Al final se pueden llevar amargas y costosas sorpresas.
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