Mario
Bazán se tiene fe. Sus palabras resaltan por convicción, no titubea, ni mira al
cielo buscando respuestas que ya lleva tatuadas en su interior. “Sé que tengo opciones
de ir a Río”, puntualiza.
Tiene fundamentos necesarios para sentirse en capacidad de llegar a la que
sería su segunda experiencia en Juegos Olímpicos, esta vez en Río 2016. Lo que
pasó en Londres (2012) ya quedó en el pasado, estos últimos años ha
experimentado una transición en todo nivel desde el personal hasta su relación
con las pistas de tartán.
Cambió
de entrenador hasta en dos oportunidades. Ahora trabaja con Alfredo Quispe, el
excordinador del CAR Arequipa. Se casó con su partner de entrenamiento, la
velocista panameña Andrea Ferris que también corrió en Londres, y ambos dieron
vida a una Valentina, una niña que lleva el ADN exclusivo de los campeones.
Del
protagonismo de ser durante muchos años
el mejor obstaculista de Sudamérica, pasó al anonimato tras su participación en
Londres. Una lesión contribuyó para pasar varios meses reflexionando con la
almohada: analizando su pasado, valorando el presente y proyectando el futuro.
Con
28 años siente que tiene fuerza aún para ir a Río de Janeiro. “Sí lo puedo
hacer, sino por marca (piden 8m30s para los 3000 mts. con obstáculos) puede ser
por ubicación en el ranking mundial. Si me meto entre los 45 primeros, voy a
Río”, explica.
Pero
para estar en ese grupo selecto necesita bajar sus actuales 8.45 a 8.34 que
pareciera imposible para el común de los atletas pero no para él. Recordemos
que en el 2009 estampó un gran 8.28.67 en Berlín. “Sí lo puedo hacer”, se
convence.
¿Dónde buscará la marca?
El
18 de abril en un G.P. de California (EE.UU.) realizará sus primeros obstáculos
del año e intentará la marca. Si no se da, lo volverá a intentar en el
Iberoamericano de Río de Janeiro (13-15 de mayo). Hasta el 12 de junio tiene
plazo para cumplir su sueño.
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