Arequipa campeón sin corona

Foto de deportealdia.info

Arequipa logró por décima quinta vez el título de los Juegos Trasandinos, en la edición XVII que se organizó de mala forma y que marcará un quiebre del futuro de un evento que nació con espíritu descentralista, pero ha sido devorado por la maquinaria centralista lamentablemente en Perú.

No sorprende el título mistiano. Era predecible ante la ausencia de la única delegación que podría hacerlo lucha, Salta (Argentina).
Lima organizó estos Juegos con la desidia que se le conoce cuando trabaja en provincias y que también se reflejó en los Bolivarianos de Trujillo del 2013. Mucho dinero para una pobre organización que dejó a Perú mal ante los ojos internacionales.
En esta oportunidad, en menor dimensión, sucedió lo mismo. El IPD Nacional hizo y deshizo ante la sumisión de las autoridades regionales de sus filiales sureñas que no hicieron nada para impedir la intromisión limeña.
Arequipa campeonó, pero es un rey sin corona. No le entregaron su trofeo de campeón como sucedió en Chile 2014.
Ni su condición de "local" se hizo pesar. No le dieron su copa en una ceremonia de clausura programada en Cusco que se canceló  con la excusa de que no se contabilizó el puntaje oficial lo que demuestra la incapacidad estadísticas de los técnicos que llegaron de la capital.
Deportivamente a Perú le fue mal. Arequipa es una isla en este aspecto. Puno, Cusco, Tacna y Moquegua siguen en lo mismo, simples participantes, pero no competidores. Es más, los cusqueños perdieron el segundo puesto que lograron en Perú 2012 y bajaron al cuarto puesto. 
Los demás no resaltaron. Tacna octavo, Puno noveno y Moquegua décimo segundo de trece delegaciones participantes.
Hay mucho por analizar en unos Juegos que se desnatularizaron por culpa de Lima y que ratificaron la validez del pedido de que se debe elitizar la participación deportiva de las delegaciones realizando eliminatorias en cada país para que solo los mejores deportistas compitan.

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