Etienne Lavigne, director
de Amaury Sport Organisation (ASO), confirmó esta tarde el recorrido del Dakar
2018 que significará el retorno de Perú, luego de cinco años, a la máxima
competencia mundial de rally caracterizada porque mueve una maquinaría
millonaria capaz de paralizar países enteros.
La prueba del 2018 será la
edición XL del Dakar y la décima que
recorre territorio sudamericano, en una fiesta a las que en esta ocasión solo
han sido invitados Perú, Bolivia y Argentina.
Perú en el 2012 y 2013
albergó esta competencia con resultados económicos resaltantes, pero
medioambientales catastróficos. Se denunció que las más de 200 máquinas (motos,
quas, coches y camiones) y osados espectadores invadieron zona arqueológica en
Ica y malograron las líneas de Nazca, lo que fue calificado como un atentado
cultural contra la humanidad.
El daño se corroboró meses
mediante fotos satelitales. Y es que el gran problema de los organizadores es
que elaboran diariamente sus hojas de ruta, donde se detalla el recorrido, horas
antes de cada especial. Es decir, que nadie, a excepción de la Comisión de
Carreras, sabe por dónde pasarán las máquinas.
Para que Perú postule al
Dakar 2018, la ASO se ha comprometido en el papel a preservar a los competidores,
espectadores y áreas arqueológicas.
PROBLEMA GLOBAL
El Dakar genera en cada
país un promedio de 12 mil 800 toneladas de monóxido de carbono producto del
consumo de combustible no solo de los competidores sino de la marea de gente
que sigue todo su trayecto. Otros porcentajes que inciden en la contaminación es
el incremento del combustible de los aviones y el uso de gas licuado de
petróleo (GLP).
Perú para postular al
Dakar 2018 tuvo que invertir 6 millones de dólares, cantidad ínfima si
consideramos las ganancias que espera recaudar. Por ejemplo en el 2013 se
generó 53 millones de dólares producto del consumo de servicios como comida y
hotel, alojamiento y venta de combustible en solo los tres días que albergó el
rally. En Argentina en el 2016 el negocio fue redondo, el gobierno puso 3
millones de dólares y ganó US$ 210 millones.
Pero la apuesta es a largo
plazo. El Dakar es transmitido a 190 países con un promedio de 4.500 millones
de televidentes que la siguen en directo. Es decir, la promoción del país al
mundo es el verdadero negocio para dar vida a uno de los sustentos de la
economía nacional: turismo.
A diferencia de los Juegos
Panamericanos que han ingresado a una polémica por su exagerado gasto en
organización, el Dakar es rentable. Perú para ser sede de los Panamericanos del
2019 tendrá que invertir más de 4 mil millones de soles, dinero que no
recuperará ni en corto, mediano o largo plazo. Pero el fracaso será completo,
porque organizativa y deportivamente estamos en desventaja con la mayoría de
los 41 países que tomarán parte de la justa.
Desde su primera edición
(1979), el Dakar ha cobrado la vida de 65 personas, no solo pilotos sino espectadores
en algunos casos imprudentes que osaron cruzarse en el camino de estos bólidos.
OJO CON EL NIÑO
Aunque la ASO confirmó a
Perú como punto de partida del Dakar, no puede confirmarse al 100% su
realización. Ya en el 2015 renunció a la organización por el problema del
Fenómeno del Niño y para el 2018 se pronostica que los mismos problemas de
lluvias y huaicos que estamos experimentando ahora, se repitan.
Es por eso que Lavigne ha
sido cauto al respecto. En una entrevista al diario La Nación de Argentina ha
señalado: “Es algo que pensamos y nos preocupa”.
Ante la actual coyuntura
que vive el país, ya han escuchado voces que piden que el Dakar no se realice y
que todos los recursos que están destinados a esta competencia se asignen para
la recuperación del norte del país.
DE VUELTA POR AREQUIPA
En las dos oportunidades
que Perú organizó el Dakar, Arequipa fue punto obligatorio del descanso de las
máquinas. El conocido fest fest o polvo
de ceniza de sus dunas son el principal atractivo competitivo para los pilotos
que gozan con terrenos inaccesibles para poner a prueba su destroza y el
poderío de sus máquinas.
La largada se dará el 6 de
enero en el 2018, bajarán por Ica, Arequipa y Puno, para ingresar, bordeando el
Lago Titicada a Bolivia. La llegada se ha programado para el 20 de enero en
Córdoba (Argentina).
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