Era el momento, Ysrael le dice adiós al fútbol profesional

Cachete no solo le dio estas copas a Melgar, también le dejó más de dos millones de dólares e identidad.
Ysrael Zúñiga Yáñez se retirará oficialmente de Melgar un día antes de su cumpleaños número 42. El 26 de agosto, fecha del duelo frente a San Martín, Cachete se pondrá  por última vez la camiseta rojinegra, esa será su despedida del fútbol vistiendo la casaquilla de un club al que "llegó a querer como hincha".

Es verdad, este limeño por accidente que creció en el barrio camanejo del Cardo y que tuvo la oportunidad, insólita, de jugar con su padre (Hugo) y su hermano (Christian) en el mismo equipo: Buenos Aires, maduró siendo hincha de Universitario, pero poco a poco su corazón se fue pintando de rojinegro. 
"Escuchaba por radio los partidos de Melgar y me emocionaba, además en ese entonces varios camanejos jugaban en el equipo", es otro aspecto de su vida que contará en la autobiografía que espera presentar en diciembre cuando realice su partido de despedida con jugadores con los que ha compartido vestuario.
Seguro estará esa camada que llegó junto a él en 1999 procedente del Bolognesi de Tacna. Varillas, Nieto, Aguirre, Vásquez, Chumpitaz, su hermano Christian, etc., otros vendrán de Cristal, Universitario, Aurich, del mismo Coventry de Inglaterra, y gente con la convivió en la selección nacional.
Junto a Márquez, Obando y Torres. 
Se va vistiendo una camiseta que lo marco para siempre. Le agarró más cariño que a la  escarlata del Bolognesi, club que le abrió las puertas para hacerse conocido en la Copa Perú y con el que le une grandes  recuerdos. Fue en Tacna donde conoció a Frecia, su compañera de toda la vida, y a Fernando Martorrel, un dirigente y empresario al que llegó a considerar de tal manera que lo nombró padrino de su matrimonio.
A Bolognesi lo recordará siempre no solo por todo lo que vivió en Tacna, donde cada fin de semana era capaz de anotar hasta 11 goles en un partido, sino porque significó - deportivamente - uno de sus más grandes frustraciones: nunca pudo levantar la Copa Perú. En 1998 estuvo cerca de hacerlo, pero IMI de Talara se la arrebató de las manos en una final  de escándalo.
Ysrael lo ha ganado todo en Perú. La Segunda Profesional con Guardia Republicana, la Primera Profesional con Cristal, Aurich y Melgar; y hasta la reserva con Melgar en el 2014. "Recuerdo que antes del partido de definición con Universitario en Tacna  no estaba considerado en el grupo que viajaría, pero unos compañeros del primer equipo no quisieron viajar porque su contrato había terminado. No dude y le dije a Juan (Reynoso) que me considerara y lo hizo", es otra de las muchas anécdotas que lo hacen inolvidable para la dominó.
Muchos aseguran unilateralmente que el mejor jugador de la historia de Melgar ha sido Eduardo Marquez. Eso está, desde que se hizo oficial el retiro de Ysrael, en discusión. Cachete ha hecho cosas que lo harán inolvidable y que trascienden los goles que anotó con la dominó.
Es el único jugador que le dejó a Melgar más de dos millones de dólares con sus traspasos. Primero al Coventry de Inglaterra (1999), luego al Busaspor de Turquía (2008) y finalmente  al Aurich (2010). 
Nadie sabe - quizá - que este potencial odontólogo, compraba calzado de fútbol a los más jóvenes, que era el que luchaba por los premios y que los repartía con equidad entre todos (jugadores y personal auxiliar), y también el que no dudaba en meter la mano al bolsillo para comprar agua  cuando la dirigencia los dejaba abandonados.
Hiperactivo de nacimiento, siempre le gustó luchar por lo que creía justo. "Si terminé el colegio fue por mi hermano, yo me paraba peleando y jugando. Nunca pensé en ser futbolista porque en mi colegio (Sebastián Barranca) nunca fui de la selección. Si me llamaban a jugar iba y lo hacía donde me pusieran, no pensé que sería futbolista. Es más no hay fotos mías en los equipos del colegio".
Ese carácter impulsivo fue su bendición. Su padre lo mandó a Lima a vivir con un tío y a estudiar odontología, en ese ínterin donde llega a matricularse en un instituto de mecánica dental, Christian llega a Lima a probarse a los juveniles de Cristal. "Me llevaron a ver la prueba de mi hermano y me dijeron que si yo también jugaba. Mi padre decía que no, pero mi tío lo convenció. Me quede, pero no jugaba y le reclamaba al profesor (Alberto Gallardo) por qué  no me ponía. Tanto lo habré molestado que un día me dijo: ya quieres jugar, entonces vas a jugar. Jugué y anoté goles, salí goleador de los juveniles. Luego me llevan a Guardia Republicana en la Segunda Profesional campeoné y también fue el goleador".
Esa misma pregunta le hizo a Alvaro de Jesús Gómez en enero de 1999 y el desenlace fue similar. En su debut (28 febrero) anotó dos goles a Universitario, ese año salió goleador del fútbol profesional con 32 tantos.
Ha sido un atacante rudo, rústico y frontal, todo lo contrario a su hermano. "Yo siempre quise ser como Christian", recuerda. Y tanto practicar con los años se hizo más dúctil con la pelota, hasta técnico. "Mi hermano es técnico, hace maravillas con la pelota. En cambio yo soy más sacrificio, esfuerzo, guerreo más. Esa es la gran diferencia".
Cuando llegó en 1999 ratificó pronto todas las credenciales que había ganado en Copa Perú: aguerrido, 9 de área y que no le temía a la patada. En un entrenamiento en el estadio Almirante Miguel Grau, cuando el torneo recién había comenzado, Christian cubre la pelota, el colombiano Francisco López trata de desestabilizarlo y no podía hacerlo. El DT De Jesús mira la jugada y no dice nada, de pronto López le mete una patada al Patón, lo hace caer y le lanza un manazo. Ysrael que estaba en el otro lado de la cancha corre y comienza a golpearlo, patadas y puñetes, se armó la bronca que logre captar con una cámara fotográfica  Kodak, de esas de rollo,  que solo captó un par de tomas en una tarde con llovizna.

El colombiano seguía en el suelo, ante la sorpresa de todos. El mismo Christian tuvo que agarrar a Cachete para que se calme. Cosas de fútbol.
Luego fue todo rápido. Goles, portadas, entrevistas a las que no estaba acostumbrado, y cambió su vida. Año perfecto. Mientras todos pensaban que su próximo paso sería ir a un grande de Lima, la dirigencia de Alejandro Corrales y Manuel Saiky lo estaban negociando al Coventry de Inglaterra con la asesoría de Ronald Baroni (compañero de equipo de Ysrael) y del empresario argentino Marcelo Houseman. Lo que pasó seguro que Cachete lo contará en su libro.
Pasaron las semanas, Ysrael volvió a Arequipa para pedir que le den parte del traspaso valorizado en 2 millones de dólares. La bomba explotó cuando Corrales dijo: "Ysrael debe agradecer que Melgar le dio la posibilidad de jugar y hacerse conocido".
Cachete reaccionó cuando Melgar intentaba vender a Zevallos, junto a Suárez, al fútbol inglés. Me citó junto a una periodista a un hotel en la avenida Independencia (Santa María) y narró el viacrucis que estaba pasando por reclamar lo que le correspondía. La entrevista llegó hasta a el Gráfico. En Perú, la repercusión fue tal que llegó a tocar a la FPF. "Corrales me dijo que sino aceptaba sus condiciones, no sería convocado a la selección nacional", esa fue una de las bombas que lanzó.
Siempre frontal, como lo fue con Techera o con los jugadores que en el 2014 fueron convencidos por los exdirectivos de Melgar para que desciendan al equipo con el fin de retomar el control del club.
Este 2018 ha sido especialmente duro. Desde hace cuatro años anunciaba su despedida, pero diversos factores siempre lo hacían dudar. Aparecían las ganas de seguir jugando, otras veces lo convencían Juan Reynoso o Jader Rizqallah, sentía que los cuarenta era una segunda juventud.
El tiempo es cruel, las etapas se queman, el reloj de la vida es inexorable. La rodilla comenzó a molestar en el 2015. Terminó jugando sin cartílago. Condromalacia le detectaron. Pese a ello ese fue el mejor año de su vida y ese partido con Cristal de la final, lo tiene tatuado en la memoria. Ese domingo perdió un penal y anotó un gol. Inolvidable.
La rodilla nunca lo dejó en paz, siempre el dolor pese al tratamiento que le hicieron en Arequipa y en Lima, y cuando pensó que ya estaba recuperado para el 2018  sufrió un desgarro. 19 años en el fútbol profesional tienen sus consecuencias.
Lucho contra eso, se recuperó, pero le detectaron glaucoma. Eso ya lo alarmó no solo a él sino a su familia.
"A veces la mejor forma de ayudar es estando afuera", ha sido su reflexión más profunda que ha realizado esta tarde en la conferencia de prensa que le armó el club. 
La decisión la tomó hace algunas semanas, pero le costaba dar el paso final. El partido con Municipal fue el detonante, no había más que analizar. Roberto Challe, el Niño Terrible, cuenta que decidió retirarse en 1980, cuando en un partido no pudo tocar una pelota, todas se las quitaban los rivales. Ysrael sintió eso. "Ya no puedo colaborar más en el tema del fútbol", sentencia.
A Melgar le ha dado más que nadie en sus más de 103 años de vida institucional, un título nacional, dinero, se puso el equipo al hombro cuando todos agachaban la cabeza, encabezó la refundación del club dominó tras décadas de frustraciones y de gestiones mediocres. 

Dijo, en una entrevista para la revista Pasión, que  cuando decidiera retirarse iba a derramar alguna lágrima. Lo ha hecho desde hace algunos días al sentir que era momento de decir basta. 
Muere siendo un héroe o vive lo suficiente para convertirte en villanoHa decidido bien, para qué engañarse. No hubiera sido justo que las malas tardes y las críticas lo despidan. Se irá como pocos, siendo una leyenda viva de un club al que hizo suyo al punto de que en algún momento pensó en comprar.
Seguirá ligado al club formando parte del cuerpo técnico de la Unidad de Menores. Pero también tendrá tiempo para la familia, que ha sido la gran sacrificada, sus negocios, los gallos y la política.

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