Elizabeth Chávez es, si no lo saben, la mejor
basquetbolista peruana de todos los tiempos. Y no destacó por su espigada
figura sino por sus deseos de ser la mejor. Caymeña de nacimiento fue la
capitana de Perú en el IV Mundial de 1964. “Fui la encargada de juramentar a
todas las deportistas, ese es mi principal orgullo”, comenta la bicampeona
bolivariana (1961 y 1964) siempre como capitana del seleccionado patrio.
Su vida está llena de anécdotas. “Después de la misa de las 4 de la mañana nos
juntábamos para jugar donde ahora queda la Municipalidad Distrital de Cayma. Un
día, el técnico del Buenos Aires de Cayma llegó y nos ordenó salir de la cancha
para que entrene su equipo de mayores, como no salíamos nos sacó una hoja de
sauce y nos comenzó a golpear. Desde ahí me dije que nunca iba a jugar por ese
equipo”.
Fue en el colegio El Carmen, en primero de media, que
comenzó a jugar. “El técnico Juan Machuca (ya fallecido) no me escogió porque
era chiquita, pero me las ingenié para presentarme a los entrenamientos. Se
dieron cuenta que saltaba más que las grandes y era más hábil. Ahí comenzó
todo”.
Su primera salida de Arequipa fue en 1957 para el Sudamericano de Estrellas que
se jugó en la Plaza de Acho en Lima. Fue como refuerzo del Atenas. En el 60 fue
al Sudamericano de Chile ya como capitana. Después del Bolivariano del 61, el
equipo se preparó para el Mundial del 64 donde Perú era sede.
Otra anécdota. En el 63 el equipo hizo una gira por Estados Unidos. El 22 de
noviembre conoce en el aeropuerto de Dallas a Jhon F. Kennedy. “Nos cruzamos,
lo vimos, todo un movimiento en el aeropuerto. Nos fuimos a jugar a la
Universidad y ya en la cafetería veíamos a todos llorar, porque lo habían
asesinado. Ahí terminó nuestra gira y nos regresamos por tierra jugando en todos
por los que pasábamos”.
A los 24 años jugó el Mundial, ganó los Bolivarianos del 65 y a los 67 se
retiró. “Mi esposo (Sinesio Gómez) me dijo, nos casamos o sigues jugando. Tuve
que decidir, y decidí por casarme”.
Profesora de Educación Física, ha trabajado con niños, también práctica
atletismo con los máster donde también es campeona. “Yo estoy orgullosa de ser
arequipeña pero tengo una gran pena porque nunca Arequipa reconoció lo que
hice. La Municipalidad Provincial nunca me condecoró, tampoco el IPD, pese a
todo lo que fui. Si logre algo fue por mí, por mi esfuerzo”, dice como buena
arequipeña y lanza un consejo a la juventud. “El éxito está en el cuidado de
uno mismo. Yo nunca he bebido licor, cuándo iba a las fiestas, a cualquier
reunión social pedía un vaso de leche y con eso suficiente”.
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