A los
14 años decidió cambiar el curso de su vida. “Me vine (al Centro de Alto
Rendimiento de Arequipa) sin pensarlo”, recuerda la cusqueña Mary Luz Andia
Arotaipe. Ya hace 5 años de esa decisión y no se arrepiente.
Ahora,
a meses de cumplir 20 (nació un 9 de noviembre), las expectativas de aquella
niña llegó timorata a Arequipa convocada por el que considera su segundo padre,
el entrenador puneño Alfredo Quispe, pasaron de ser la mejor del país a estar
entre las top del mundo.
Aunque
el 2019 fue, hasta el momento su mejor año, este vino acompañado de obstáculos
que pusieron a prueba su resistencia, ya demostrada en una modalidad del
atletismo que de por sí es desgastante.
“Nos
retiraron del PAD (Programa de Apoyo al Deporista) sin ninguna explicación,
espero que no vuelva a pasar. Gracias a eso marchamos con rabia y todo se dio”,
cuenta ahora como una anécdota.
Dicen
que las oportunidades se aprovechan y ella supo hacer, quizá sin saberlo.
Acostumbrada a competir en los 10000 metros marcha, cuando la sacaron del PAD y
como forma de volver a ser tomada en cuenta en este programa de apoyo
económico, acuerda junto a su entrenador incursionar en los 20 kilómetros.
“Por
esa razón el año pasado nos vinos en la obligación de competir en 20 km sin ser
nuestra prueba. Nuestro primer 20 fue en La Coruña (Gran Premio Internacional
de Marcha Cantonés, La Coruña - España) y logré la marca para los Juegos
Olímpicos de Tokio”.
El
8 de junio de 2019 cronometró 1.30.50, 10 segundos menos que la marca mínima
que se pide para Tokio (1.31).
Aunque
fue su debut, aclara que esperaba realizar ese tiempo porque “nos habíamos
preparado duro”.
Luego
vino el oro en el Sudamericano U20 de Cali Colombia y la plata en el
Panamericano U20 de Costa Rica, ambas en
los 10000 metros. “A los Panamericanos de mayores (Lima), llegue no muy bien,
estaba cargada con molestias en el Talón de Aquiles”.
Así
sentida saltó al ruedo en los 20 km. Llegó en el puesto 10 con 1.37.03.
Pese
a sus logros el Instituto Peruano del Deporte con la complacencia fáctica de la
Federación Peruana de Atletismo, la mantenía excluida del PAD. Su caso rebalsó
las fronteras arequipeñas y llegó a Lima, hasta que se dieron cuenta que
estaban cometiendo un atropello.
“Ya
está todo solucionado gracias a Dios. Quiero agradecer el apoyo que tengo ahora
de empresas como el BCP, Adidas e Hiraoka. Estamos bien equipados para
representar a Perú”.
Sus
días parecen monótonos, pero no lo son aunque se resuman en un solo verbo:
entrenar. Ya es un estilo de vida adoptado, pero aún no fácil de asimilar.
Lo
que más extraña es a la familia. “En fechas especiales, cuando no hay
competencias, trato de viajar a Espinar. En otros casos ellos (su padre Raúl,
su madre Juanita y sus hermanos Edson, Ronaldini y Rocio) me visitan”.
El
2020 comenzó con una primera prueba para ver dónde estaba parada. Corrió en el
Nacional de Marcha, logró el oro, pero eso era lo de menos. Lo que importa es
el tiempo: 1.32. “Sabemos que estamos saliendo de la base. Además la ruta no nos favoreció en
Lima, pero nos da buena referencia tiempo. Podemos llegar en buena forma a
Tokio”.
Mary
Luz no quiere perderse estos JJ.OO. Aunque tiene la marca mínima es consciente
que su cupo no está asegurado. “Clasificamos no solo por marca sino también por
ranquin mundial porque no podemos confiarnos”.
En
el ranquin mundial se ubica 55, detrás de la otra peruana Kymberly García que
es puesto 8.
Antes
de Tokio tendrá que ir al Sudamericano de Marcha de Lima (8 marzo), luego irá a
la Copa del Mundo de Marcha en Bielorrusia (2-3 mayo) y otros Grand Prix o
Challengers. “Dos semanas antes de los Juegos (julio) viajaremos a España para
entrenar y aclimatarnos un poco”.
El
objetivo en estos Juegos, es meterse entre las 15 primeras. “Sé que son mis
primeros juegos, por eso espero estar entre las 15 primeras si Dios quiere. Ya
nos trazamos el objetivo de ir a Paris 2024. Sabemos que aún somos jóvenes, y a
los 24 o 25 años es decir para los próximos Juegos vamos a estar más fuertes.
Quiero estar entre las 5 primeras del mundo”.
Aún
recuerda cuando comenzó a labrarse un camino que aún no tiene meta a la vista.
“En mi colegio de Espinar un profesor de Educación Física, me probó en la
marcha a los 13 años, decía que tenía futuro, que era fuerte sicológicamente y
tenía técnica. Competí en los Juegos Escolares y Trasandinos, luego me contactó
el profesor Alfredo y a los 14 años me vine a Arequipa sin pensarlo”, recuerda
así los inicios de su aún corta carrera deportiva.
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